David Martínez Téllez

En alguna ocasión, dentro de la vida académica e incluso ya profesional, hemos copiado, incluso plagiado.

En la primaria, secundaria, prepa o licenciatura, la mayoría lo hemos practicado.

El momento crucial es cualquier examen; parcial o final. O de ingreso a al bachillerato o a la licenciatura.

Lo hice durante la primaria. La consecuencia de copiar se encuentra  como origen en la flojera para repasar o estudiar.

Un examen es un recordatorio de lo visto en clase. No hay nada nuevo.

Para el ingreso al bachillerato o a la profesional, el examen, son nuevos o diferentes conocimientos. En estos niveles no siempre es subsanar, sino que se presentan áreas jamás abordadas por incapacidad del docente y porque tampoco se incentiva al estudiante a la búsqueda de otras o nuevas temáticas.

Se copia en un examen por la sensación de miedo; sentimiento que invade y bloquea el pensamiento.

Pero copia o plagiar una tesis, sencillamente estamos hablando de personas sin preparación para ganar conocimiento, criterio o una manera diferente de observar al mundo. La palabra corrupción nada significa en este nivel. Pero marcará a este personaje para muchas actividades de su vida profesional. Va a ser su estilo.

A muchos, sino es que a la mayoría de los tesistas nunca les hablan del derecho de autor. Registrar su trabajo de investigación ante el Instituto Nacional de Autor con lo cual protegen su texto de futuro plagio. En caso de conocerse esta anomalía quien plagió paga una multa, dependiendo del tamaño de la copia. Se puede entablar una demanda y ganar unos cuantos miles de pesos.

Recuerdo dos casos. Sealtiel Alatriste, quien plagio una obra literaria. En este momento ocupaba un cargo de Difusión Cultural en la UNAM en 2012. Renunció. Se le consideraba escritor y crítico. 

Arturo Pérez Reverte, escritor español, se plagió la obra La Reina del Sur. Le negó y los jóvenes creadores lo demandaron ante la justicia internacional. Pérez Reverte negoció los derechos y les tuvo que dar enormes cantidades de dinero. Ahora es legítimo autor de ese texto; pero su imagen quedó deteriorada. A finales del 2022 presentó su nuevo libro sobre la Revolución Mexicana. Queda la duda si realmente Pérez Reverte siga siendo original en sus trabajos.

Ya como periodista tuve el descaro de copiar un texto de una revista, me lo publicaron con mi nombre. Hubo quienes me lo señalaron y no volví a hacerlo. 

Por supuesto que me platican que todavía algunos docentes copian o plagian textos y los presentan en eventos “nacionales” o “internacionales” como si fueran suyos. En este nivel se hace el plagio o la copia para obtener créditos y presentarlos como investigadores ante el Conacyt.

Ahora escribo, con errores ortográficos o de redacción, porque el tiempo que dispongo es reducido; pero es texto original. Exhibo mi punto de vista sobre lo acontecido.