David Martínez Téllez

A días del inicio del mundial de futbol hay que ver la película Garra de Adam Sandler.

El deporte, cualquier, además de habilidad es pasión. La exaltación tampoco es suficiente hay que agregarle disciplina.  El método en una práctica jamás alcanza el entusiasmo. Arribar al éxito deportivo, como en la política en sus beneficios, intervienen las circunstancias.

Cuando se alinean los astros deviene el laurel, luego de esta condición se requiere mesura y humildad.

Las cualidades descritas no solo deben ser contempladas por el deportista, sino también por el aficionado. Aún más la fanaticada.

Garra, la película, es una guía de cómo se detecta una estrella de quien fue jugador y ahora visor.

También ofrece opciones del cómo debería ser un deportista que sueña con ser profesional. Si bien Garra se limita a un deporte específico, bien podría enmarcar a cualquier deportista.

Todos podemos jugar el deporte de nuestro gusto. Pero, solo algunos tienen cualidades o como hoy se le conoce el biotipo.

Un corredor innato posee características muy específicas y son diferentes a un nadador. Aquí radica el olfato de quienes se dedican a “seleccionar” al futuro estrella.

El deportista, por su parte, debe ser disciplinado en diferentes aspectos; por ejemplo, en la comida, en las horas de descanso y en el tiempo de ejercicio. Poco se toca en la cinta Garra el trabajo intelectual, es decir, el tiempo libre del deportista tendría que cubrir lecturas.

Garra es una historia motivacional. En donde al final de la película dan ganas de ir a entrenar y entrenar para destacar en algún deporte. Actividad desdeñada por los políticos. Incluso en este tipo de diligencias optan por discursos exageradamente breves. 

El objetivo, se ha descubierto, de un discurso político en este ámbito del deporte no es la brevedad, sino la concisión y el contenido. Es decir, saber sobre quiénes han sido excelentes deportistas y relatar sus historias de vida.

Garra más que motivacional es educativo. Nos sumerge a crear conciencia deportiva donde el mejor rival es uno mismo.