Alejandro Mendoza
El incumplimiento constitucional del salario suficiente es una causa estructural de la desigualdad, de la pobreza y de la mayor concentración de los excedentes. Se trata de la mayor equivocación e injusticia social de los últimos 35 años, que se sostiene debido a una política económica que se resiste a dejar atrás la contención salarial.
Por esto resulta prioritario impulsar un nuevo modelo de desarrollo con crecimiento económico igualitario y equitativo, para migrar de una sociedad de privilegios a una sociedad de derechos que, además de aumentar el salario, fortalezca una política fiscal progresiva.
En casi todos los países con los que México tiene acuerdos económicos, el salario mínimo ha sido sujeto de políticas de recuperación y sus incrementos han sido sustantivos, sin embargo, nuestro país es el que se mantiene con el menor nivel de salario mínimo de todos los países de la OCDE. Además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informa que a lo largo de todo el siglo XXI, México es el único país de América Latina con salarios mínimos estáticos y la única economía que no hizo nada para propiciar su recuperación.
Todas las cifras y estándares demuestran que el salario mínimo en México no sólo está muy lejos del nivel que manda la Constitución, sino que, además, está por debajo de la línea de pobreza alimentaria.
La permanencia de las formas en que se determina el salario mínimo en México es un obstáculo para el cumplimiento de los derechos humanos y la obligación del Estado de promoverlos, respetarlos, protegerlos y garantizarlos.
Se trata de un problema histórico de urgente solución, el bajo salario sigue dañando la participación de los trabajadores en el ingreso nacional; menos de la tercera parte del Producto Interno Bruto pertenece a los salarios, una relación inversa a la de los países desarrollados. Esto hace que México, de entre todas las economías importantes, sea la más desigual del planeta.
Aumentar el salario mínimo es una oportunidad para que el Estado, los trabajadores, los empresarios y los sindicatos concreten su compromiso con México y con su cohesión social.
Y aunque el propio presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha referido al tema, lo cierto es que urge cambiar los criterios para determinar el salario mínimo, para que se estipule a partir de recuperar el poder adquisitivo del trabajador y, por tanto, desvincularlo de los efectos inflacionarios, y liberarlo de las referencias de precios y tarifas.
Expertos en el tema proponen eliminar la Comisión Nacional de Salarios Mínimos y crear una comisión interinstitucional que traslade al Congreso de la Unión la determinación de la misma, cuya función sea garantizar los objetivos de la nueva política salarial. Y desde luego que es imprescindible aumentar el salario mínimo para que los trabajadores tengan acceso a la canasta básica alimentaria.
Tal incremento sería el inicio de una trayectoria de recuperación que buscaría alcanzar a mediano plazo que los trabajadores puedan adquirir los bienes que lo ubiquen en la línea de bienestar a través de la canasta básica no alimentaria que incluye:
Cuidados de la salud, transporte público, limpieza y cuidados de la casa, cuidados personales, educación, cultura y recreación, comunicaciones y servicios para vehículos, vivienda y servicios de conservación, prendas de vestir, calzado y accesorios, enseres domésticos y mantenimiento de la vivienda y artículos de esparcimiento, entre otros.
Por lo mientras, millones de familias enfrentan cada día su penuria económica a consecuencia de los bajísimos salarios que perciben. Esa es una realidad que no se puede ocultar.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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