* Walton “desnuda” y exhibe a Evodio
* “Mentiroso”, le dice y se autoelogia
* Walton declaró “en quiebra” a Aca
Jorge VALDEZ REYCEN
Luis Walton Aburto volvió a revivir su añejo diferendo personal y político con Evodio Velázquez Aguirre.
Inusual en estos tiempos de transición, el pleito Walton-Evodio alcanza dimensiones nunca antes registradas en los cierres de administración municipal de Acapulco, en los últimos 30 años, por lo menos. Claro que hubo choques muy fuertes, entre alcaldes en funciones con gobernadores, con antecesores y con personajes políticos, pero no en términos francamente agresivos.
La personalidad de Evodio Velázquez es la que ha detonado dichos encontronazos, por su posición pendenciera y hasta plagada de inexactitudes, imprecisiones y falacias en temas neurálgicos de su administración.
Walton podrá tener razón en sus argumentos, para desnudar a Evodio en sus cifras, pero también incurre en olvidos de su administración. Como el haber declarado la “quiebra financiera” de Acapulco, cuando apenas no cumplía dos meses al frente de la comuna. La declaratoria le dio la vuelta al mundo, con encabezados en la prensa internacional como “El Paraíso, en quiebra”… o “Acapulco, hundido”.
Walton cayó en la tentación del autoelogio, cuando el objetivo era el desnudar a un mentiroso y farsante. El halago en boca propia, es vituperio.
Evodio Velázquez Aguirre ha tenido en este final de su gobierno, un cierre de pesadilla que todo alcalde ni en sueños quisiera padecer. Lejos de asumir un discreto y prudente posicionamiento de acudir a la mesa de entrega-recepción con el mejor ánimo, buscó la descalificación de supuestos ataques y la auto victimización. Buscó la defensa a ultranza, sin abonar que en la etapa de transición su papel ya no es activo, sino un pasivo. Dejó de medir los tiempos, olvidó la elemental regla de no pelearse con todos y al mismo tiempo.
Acapulco resiente esa etapa del relevo institucional con estridencias que no debieron salirse del cauce de las críticas, para llegar a posicionamientos irreconciliables, irreductibles e insensatos. Es el fracaso de la política, donde la revancha tiene el objetivo destructivo.
Y los acapulqueños han sido convidados de piedra a este festín de lodo y estiércol. Llevados, sin invitación, a un escenario de irrefrenable verborrea donde la danza millonaria de endeudamientos es colosal, los porteños han ido de sorpresa en sorpresa en las acusaciones de que la parentela en el poder ha sido privilegiada con plazas de base sindicalizados.
El cúmulo de todas las acusaciones y señalamientos debería de obligar a las instancias oficiales de control financiero a una investigación que deslinde presuntos peculados o desvíos. En otras palabras: el escándalo no parece terminar, sino escalar más. ¿Qué otras sorpresas nos depara esta tragicomedia?
En los próximos 20 días podríamos ver a un alcalde que haga un esfuerzo extraordinario por ya no pelearse. Esa es una posibilidad, más no probabilidad.
Frank Sinatra popularizó “My Way” (A mi manera). Recomendable melodía para quienes llegan al final de sus objetivos y proyectos de vida. Y sí, “el final… se acerca ya/lo esperaré serenamente”…
Y eso es, precisamente, lo que no tiene Evodio: serenidad.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.