Alejandro Mendoza
En la víspera de los cambios de administración en el gobierno federal y en los gobiernos municipales, en el caso de Guerrero, así como en el Congreso del Estado, la palabra que salta a la opinión pública es la corrupción.
La polémica pública se centra en la forma en cómo y en qué estado heredarán las finanzas públicas a las nuevas autoridades. Y en este contexto resulta primordial abordar la concepción de la corrupción en su justa dimensión.
La Secretaría de la Función Pública del gobierno federal define que la corrupción es el abuso del poder para beneficio propio. Puede clasificarse en corrupción a gran escala, menor y política, según la cantidad de fondos perdidos y el sector en el que se produzca.
La corrupción a gran escala consiste en actos cometidos en los niveles más altos del gobierno que involucran la distorsión de políticas o de funciones centrales del Estado, y que permiten a los líderes beneficiarse a expensas del bien común.
Los actos de corrupción menores consisten en el abuso cotidiano de poder por funcionarios públicos de bajo y mediano rango al interactuar con ciudadanos comunes, quienes a menudo intentan acceder a bienes y servicios básicos en ámbitos como hospitales, escuelas, departamentos de policía y otros organismos.
La corrupción política consiste en la manipulación de políticas, instituciones y normas de procedimiento en la asignación de recursos y financiamiento por parte de los responsables de las decisiones políticas, quienes abusan de su posición para conservar su poder, estatus y patrimonio.
Otras definiciones consideran la palabra corrupción dentro de un enfoque social y legal que se encuentra definida como la acción humana que transgrede las normas legales y los principios éticos. La corrupción puede darse en cualquier contexto, en este caso se analizará la corrupción en el sentido administrativo y político.
En este escenario se han puesto a la opinión pública el estado financiero que guardan los ayuntamientos de Guerrero, principalmente de Acapulco. De igual manera se escuchan expresiones como planes de austeridad ante lo que consideran crisis financieras como ocurre en el Congreso del Estado.
Lo importante de esta situación radica en el hecho que se compruebe si hay elementos justificados para considerar si se tratan de presuntos actos de corrupción o no.
La corrupción tanto administrativa como política se refiere a los delitos que se cometen en el ejercicio de un cargo público, para conseguir una ventaja ilegítima, acto que se comete de manera secreta y privada.
Las causas que originan este tipo de actos de corrupción pueden ser internas o externas. Entre las causas internas se encuentran: falta de conciencia social, carencia de educación o de una cultura de compromiso, paradigmas negativos y distorsionados. Como elementos externos de la corrupción se encuentran: impunidad, salarios bajos, concentración de poderes, corporativismo partidista.
La corrupción política se refiere a los actos delictivos cometidos por funcionarios y autoridades públicas que abusan de su poder e influencia al hacer un mal uso intencional de los recursos financieros y humanos a los que tienen acceso, anticipando sus intereses personales y los de sus allegados, para conseguir una ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada.
Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio; además de los sobornos, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad y el despotismo.
La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero y la prostitución ilegal, aunque por cierto no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes. De aquí el razonamiento del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, en el sentido que el principal problema del país es la corrupción.
A nivel político la corrupción genera un impacto negativo al producir y consolidar la desigualdad social, y protege las redes de complicidad entre las elites políticas y económicas. Un mal terrible que en Guerrero también se padece como si fuera una enfermedad crónica.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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