Moisés Alcaraz

Hasta los más grandes pensadores llegan a sucumbir ante sus propias posiciones ideológicas. Podría pensarse que los destacados analistas políticos cuando menos tratan de mantener una postura imparcial ante los fenómenos que estudian y buscan el profesionalismo y la objetividad de los hechos, no de sus preferencias políticas. Sin embargo, se debe reconocer que por la propia naturaleza del ser humano, no existen los pensadores químicamente puros, sino que todos pasan por el tamiz de su ideología y temperamento particular sus aportes a las artes y a las ciencias de donde son producto.
En su artículo de esta semana publicado en Reforma, el connotado analista político Jesús Silva-Herzog Márquez, afirma que AMLO prepara una “ocupación federal” y que creará “jefaturas políticas” al estilo de Porfirio Díaz para poner en jaque a los gobernadores. Asegura que las nuevas figuras de delegados estatales del próximo gobierno, “más que embajadores, serán procónsules” que ejercerán más poder que los Ejecutivos locales dentro de una especie de “maximato”, como el ejercido por Plutarco Elías Calles en el periodo postrevolucionario, cuando la Revolución se bajó del caballo, como decía el insigne “Alazán Tostado”, Gonzalo N. Santos.
Con esos “superdelegados”, precisa Silva-Herzog, AMLO creará “diarquías” en los estados, es decir, creará dos poderes en un mismo territorio. Los nuevos jefes políticos, agrega, concentrarán el poder que ya no ejercerán los gobernadores, quienes serán “la burla” de la sociedad y motivo de escarnio público, porque con AMLO serán “gobernadores entre comillas”.
Es lamentable que un pensador de la talla de Silva-Herzog recurra a este tipo de “comentarios”, que más que análisis son una ofensiva perversa de muy baja calidad contra un futuro gobierno que será contrario a la conocida postura conservadora de este articulista.
En su desafortunado escrito, Silva-Herzog muestra la intolerancia propia de la derecha a la que pertenece, en medio de la pluralidad política y diversidad ideológica que hoy se vive en México. Sorprende que un articulista de su nivel haga descalificaciones a priori en escenarios catastrofistas que nada tienen que ver con la nueva realidad sociopolítica del país.
En el artículo comentado, el autor “amarra navajas” a los gobernadores, a quienes cataloga de sumisos por no responder a AMLO como se merece, ante lo que Silva-Herzog considera un ataque al federalismo por parte del tabasqueño. Considera ingenuos a los gobernadores, por decir lo menos, incitándolos al enfrentamiento con el futuro gobierno federal.
Nuevos tiempos democráticos llegan a México, los “jefes políticos” se fueron con el porfiriato y los procónsules se extinguieron en la antigua Roma. Las diarquías a las que este autor hace referencia, fueron propias de la antigua Esparta o Cartago. Los “maximatos” son una obsolescencia política y un arcaísmo en el ejercicio actual del poder. El panorama que este analista pinta se ubica fuera de nuestra realidad política. Somos otros. México ya cambió a partir del 1 de julio.
México no puede retroceder a sus peores épocas. Vivimos una nueva etapa democrática donde no hay lugar para la autocracia, ni los absolutismos, hay equilibrio de poderes donde ahora también la sociedad organizada es contrapeso de esos poderes, y se vive en un régimen constitucional de Derecho. Las libertades públicas están vigentes dentro del marco de la civilidad política que nos caracteriza, donde ya no se puede gobernar de espaldas a la sociedad. El artículo de marras es guerra sucia y propaganda negra contra un futuro régimen con el cual su autor no está de acuerdo. Pero se respeta su derecho de expresarlo.