Alejandro Mendoza
Decía un ex gobernador de Guerrero: “tontitos, tontitos, pero lealitos, lealitos”. Esa frase encierra una gran verdad para muchos de los dirigentes políticos o gobernantes en la actualidad. Quieren a mujeres y hombres que no piensen, que no analicen, que no discutan, que no propongan, que no polemicen sobre temas de relevancia.
Hay una conducta en común sobre el hecho de que quienes dirigen, no quieren a nadie a su alrededor que les haga saber sus errores, sus deficiencias, sus limitaciones y sus defectos. Regularmente buscan a personas a modo y que digan “sí señor” a todo.
En lo personal no comparto esos pensamientos ni conductas. Son dañinas para el bien de todos y parten de una decisión totalmente egoísta, insana y hasta perversa. En muchos de los casos se trata de personas autoritarias y retrógradas.
El autoritarismo es un tipo de gobierno que se impone al poder sin un consenso por parte del pueblo/nación. Este tipo de gobiernos puede o no estar ligado a la figura de un militar al mando. El mismo puede estar bajo el mando de un poder económico extranjero que controla dicha región o país.
El autoritarismo, en líneas generales, no admite críticas, utiliza los medios de comunicación como herramientas propagandísticas mediante las cuales hace culto al gobierno autoritario. También suprime los derechos humanos, la libertad de expresión y abusa del poder de mando aplastando la libertad.
El poder está en manos de la figura de autoridad unitaria o bien en un grupo reducido y no democrático que toma las decisiones.
La figura de gobierno descansa en un líder (que puede o no ser carismático) sobre la que el pueblo deposita todo el poder. Esta personalidad no es elegida bajo un régimen de gobierno democrático, más bien es impuesta por intereses al mando.
Se suprimen todos los partidos políticos, pero además carece también de una ideología oficial o dominante. La figura autoritaria sólo responde a intereses personales o de sectores económicos minoritarios que tienen el poder y el control económico (y también político).
En ocasiones la promoción del terror es una de las herramientas de las cuales se vale para continuar y perpetuarse en el poder. Así puede suprimir no sólo ideológicamente, sino también físicamente y hasta provocar la muerte de aquellas personas que se sublevan.
Si bien el autoritarismo puede permitir la presencia de más partidos de oposición, frecuentemente existe un único partido político que ejerce el dominio.
Se otorga apoyo a ciertos grupos que favorezcan el régimen autoritario y trabajen en pos de la mejoría y la continuidad de dicho régimen. Estos gobiernos fomentan la manipulación o modificación de la constitución con el objetivo de perpetuarse en el poder de mando. Nunca tienen objetivos para modificar dicha constitución en favor del pueblo. Sólo se benefician para mantener el statu quo.
Si bien puede existir la participación popular, las temáticas en cuestión giran en torno al interés del gobierno autoritario y no en relación a los intereses del pueblo.
La violación de los derechos humanos se hace manifiesta en la opresión de la libertad de expresión, en la censura de opiniones, en el control del pensamiento divergente y, en menor medida, en la restricción de libertades individuales.
En resumen, un régimen autoritario es aquel que recurre a la represión y otros métodos forzosos para ejercer su voluntad sobre la población civil. Por ende, es principalmente caracterizado por su carácter autocrático y su tendencia a limitar las libertades personales. Usualmente, un régimen autoritario es gobernado por un grupo o élite que recurre a la represión para mantenerse en el poder.
Sin embargo, a diferencia de un régimen totalitario, no existe un mayor interés por penetrar en la vida cotidiana de cada ciudadano, y en vez de tener aspiraciones revolucionarias para reestructurar el orden social, un régimen autoritario tiende a ser más conservador y a darle mayor importancia al orden cívico. La implementación de un régimen autoritario puede manifestarse en la forma de tiranía, monarquía, gobiernos militares, o gobiernos en los que un solo partido político está al mando.
Y esa es la sombra que ahora amenaza al país con la innegable presencia que tuvo Morena en la pasada elección de la mano de Andrés Manuel López Obrador. Y por el bien de todos, espero que todo se quede en una negativa prospectiva y no sea un mal augurio para el futuro de México.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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