Alejandro Mendoza
Mirar a través de la ventana puede generar o remover emociones, sentimientos o pensamientos. Dependiendo del lugar donde se encuentre la persona experimentará cambios según el momento que viva. Hay depresión, nostalgia, tristeza, reflexión, análisis, esperanza, fe, ánimo, buenos deseos.
Estar parado desde un lugar bastante lujoso o paradisiaco hasta en una humilde casa en un lugar de extrema pobreza, una ventana puede resultar una oportunidad para proyectarse hacia el pasado, presente o futuro. No es algo que deba vivirse tan superficialmente.
El asomarse por una ventana te permite, en lo inmediato, ver lo bello que está frente a ti desde vegetación, mar, río, edificios, monumentos, obras especiales, pero también te puede mostrar pobreza, necesidad, conflicto, guerra, desastre, caos, violencia.
Se dice que los ojos son la ventana del hombre a su interior, en tal sentido, la ventana de una vivienda o edificio, es al revés, te permite ver lo que existe en el exterior e interactuar con la realidad que se vive.
Una ventana te puede hacer testigo de un suceso desafortunado, o de la necesidad que tienen las personas, o lo que están viviendo tus vecinos. Lo importante es que te puede sensibilizar tus más profundos hilos emocionales o sentimentales.
Cuando estás parado con un estrés agobiante o preocupado por alguna situación inesperada que enfrentas causada por la enfermedad o algún accidente de algún familiar o amigo querido, estar frente a una ventana resulta confortante, esperanzador.
Ver una lluvia pertinaz, o un cielo despejado totalmente azul, o una extensa vegetación verde, o la inmensidad del mar, sin duda alguna, traslada a la persona a un contexto de admiración, de agrado, de confort. Y todo lo contrario ocurre cuando a través de la ventana el panorama es caótico y de desastre. Entonces hay temor, miedo, zozobra, incertidumbre, peligro.
Pero lo más interesante en cuando parado en una ventana, la mente, el alma, el corazón deja momentáneamente el lugar físico donde está y se incrusta en la experiencia de la imaginación al trasladarse completamente en los pensamientos, sentimientos o emociones.
El momento se asemeja a una fuga de la realidad que se vive. Es entrar a otro mundo. Es despojarse transitoriamente de la limitación física y explorar la complejidad del ser humano como una identidad sensible y capaz de crear la posibilidad de realidades paralelas.
Es común acercarse a una ventana cuando los problemas o los conflictos aprisionan. También cuando se debe tomar una importante decisión. O cuando se requiere de aire fresco para tranquilizarse y tomar nuevas fuerzas. O cuando se necesita evaluar el pasado, el presente o planear a futuro.
La verdad es que una ventana puede significar esperanza y fe cuando todo es oscuro, cuando se piensa que ya no hay salida en una determinada situación crítica. Asomarse a una ventana resulta una valiosa oportunidad para mejorar la visión hacia el futuro, a pesar de cualquier adversidad que se está enfrentando.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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