DE HÉCTOR CONTRERAS ORGANISTA

CIRENIO VARGAS SALMERÓN
 
El valioso profesor Cirenio Vargas Salmerón fue hijo natural de doña Felícitas Salmerón Flores, una mujer quien vivió en extrema pobreza. Fue hija de don Ramón Salmerón, mayor del ejército mexicano quien estuvo dentro del pelotón que fusiló a Maximiliano de Habsburgo, en el Cerro de las Campanas.
Los datos anteriores nos los proporcionó el ingeniero petrolero don Jorge Vargas Moctezuma, hijo del profesor Cirenio y de doña Andrea Moctezuma García, comentándonos que “mi abuela en alguna ocasión me enseñó un reloj de bolsillo que Maximiliano le obsequió a don Ramón, mi bisabuelo, porque según me decía mi abuela, a todos los elementos del pelotón de fusilamiento les hizo un obsequio.
“Ser hijo de Cirenio Vargas Salmerón es una distinción muy grande. Fue una persona positiva, lo admiro mucho a través de su memoria. Fue una persona pobre. Nació en la pobreza extrema.
En Tixtla, don Ramón tuvo tres hijos: mi abuela Tala y mi abuela Felicitas, que fue la menor, y en medio hubo un varón que se llamó Miguel que falleció muy joven y dejó un hijo en Coatomatitlán”. El profesor Cirenio tuvo dos hijos, Jorge y Alfredo.
Don Cirenio Vargas Salmerón perteneció a la primera generación de egresados de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, habiendo sido sus compañeros, entre otros don Florencio Encarnación Ursúa quien en repetidas ocasiones comentó que tenía el orgullo y el honor de haber recibido el título número uno de egresados de esa Escuela Normal.
En la misma generación egresaron Román Catalán, Facundo Alcaraz, Macario Pantaleón y su primera actividad magisterial la desempeñaron en la región de la montaña, habiendo sido Alcozauca donde se estableció don Cirenio como maestro cultivando la amistad del profesor Caritino Maldonado Pérez, quien años después sería gobernador de Guerrero.
Después de haber servido al magisterio por una buena cantidad de años y habiendo recorrido casi todo el estado de Guerrero, regresó a Tixtla. Fue nombrado por sus compañeros maestros como secretario de Organización del Comité Ejecutivo de la Sección 14 del SNTE en el periodo en el que fue secretario general Juan Campos García.
Fue director de Educación Pública Federal durante el sexenio del gobernador Rubén Figueroa Figueroa con quien hizo amistad cuando fungió como inspector escolar en la zona de Iguala. Cuando el ex titular de la Comisión del río Balsas llegó a la gubernatura, le invitó a colaborar en la secretaria de educación Federal en tanto que otro tixtleco, el profesor Timoteo Valle Alcaraz era director de Educación Pública en el estado. Don Cirenio fue también presidente municipal de Tixtla.
Estudió en Tixtla. Su primaria la hizo en la “Escuela Colorada” que en la actualidad es la Escuela “Vicente Guerrero”. Se le decía Colorada porque estaba pintada de rojo, y el director era el ameritado profesor González Valle. Fueron sus maestros don Antonio I. Delgado y su esposa doña Panchita Astudillo.
Cuando terminó la instrucción primaria se fue a Ayotzinapa, escuela que funcionaba en el centro de la ciudad, en una casa que era propiedad del señor Sánchez, de ahí era director el profesor Rodolfo A. Bonilla que fue quien se la llevó a los terrenos de Ayotzinapa.
“A mi papá con sus compañeros le tocó abrir la brechita que va de la carretera hacia Ayotzinapa, la abrieron con pico y pala. Después llegó Raúl Isidro Burgos y con él terminó la Normal. Mi abuela se fue a trabajar a la Normal de lavandera. Cuando él terminó lo mandaron a la zona de la montaña, se llevó a la mamá y nunca se le despegó. Anduvo en El Ticuí, en Ometepec, en El ocotito y hasta que se vino a Tixtla. Entonces ya quedé a cargo de la abuela”.
Cuando don Cireno se fue a trabajar a la montaña, estando en Alcozaua se fue ya casado, casó saliendo de la Normal, y era muy buen montador, “mi abuela tenía muchos reconocimientos que se había ganado como montador de caballos y de toros. Fue también un buen boxeador. Tuvo un caballo que se llamaba El Coral. Cuando nací se aventó de Tlapa hasta Tixtla en una sola noche con ese caballo. Tanto quiso al Coral que cuando se hizo viejo nos lo llevamos a la laguna, porque a él le dio mucha tristeza que lo encontró jalando una carreta, y él lo compró ya viejo, de más de veinte años, y nos lo llevamos a la laguna y ahí lo soltó a que falleciera”.
Don Cirenio nació en plena revolución, el 1 de noviembre, día de Todos Santos de 1913. “Cuando nació, lo tenía en su casa mi abuela, y entraron los famosos pronunciados, iban horadando paredes para poder avanzar sin que los enemigos los notaran; abrieron la pared con una barreta y estuvo a tres centímetros de que esa barreta le perforara el cráneo al niño que tenía días de nacido”.