HANNIA NOVELL*

Personas íntegras y con experiencia, que contribuyan a fortalecer las instituciones y que desde el Poder Legislativo, consoliden y fortalezcan el sistema democrático.
Son las ideas centrales del desplegado del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que tiene un destinatario implícito pero inequívoco: Andrés Manuel López Obrador.
“(…) es inaceptable que se promueva la impunidad, postulando a candidatos que quebranten la ley”. El mensaje no puede ser más claro y es respuesta a la lista de aspirantes plurinominales al Senado que impuso el tabasqueño.
Digo “impuso” porque Yeidckol Polevnsky, presidenta de Morena, y la coordinadora de campaña, Tatiana Clouthier, se dijeron “sorprendidas” por el anuncio.
¿A quiénes se refiere la cúpula empresarial? Pues nada menos que a dos personajes que retratan la corrupción de lo que AMLO llama “la mafia del poder”: Napoleón Gómez Urrutia, quien está en el lugar 6 de esa lista, y Nestora Salgado, colocada en la posición 9.
Gómez Urrutia, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, ha estado envuelto en la polémica desde el 20 de febrero de 2006, cuando una explosión en la mina Pasta de Conchos, Coahuila, provocó la muerte de 65 mineros. Un incidente que lo enfrentó con Grupo México de Germán Larrea.
De acuerdo con peritajes, la mina carecía de condiciones mínimas de seguridad y para ocultar esto, habría pagado medio millón de pesos a su equipo de trabajo. Con su familia, huyó a Canadá donde se dijo víctima de una persecución política, por lo que el gobierno de ese país le dio una visa humanitaria.
Los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón lo acusaron, además, de haber desviado 55 millones de pesos que recibió del Grupo México por la compra del 5 por ciento de acciones de filiales de esa compañía. Recursos que no fueron repartidos entre los agremiados y que habrían sido depositados en cuentas ajenas a la organización y que, en parte, sirvieron para pagar las tarjetas de crédito de su esposa e hijos.
Se trata de información de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, con la que se acreditaría lavado de dinero.
La otra postulación polémica es la de Nestora Salgado, quien era la coordinadora de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, y está acusada de haber participado en al menos 48 secuestros.
Por esos hechos estuvo detenida en el penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit. Logró salir luego de que su defensa alegó que era ciudadana norteamericana porque se había casado con un estadounidense, y debido a que presuntamente se habían violado sus derechos al momento de la detención, en un caso muy similar al de Florence Cassez. Además, tuvo el apoyo de diputados del PRD (que ahora son parte de Morena) y que presionaron su salida.
¿Qué gana López Obrador con estas incorporaciones, además de desprestigio? Votos. Con Gómez Urrutia hay, además, un pago de favores. En 2012, el secretario general del Sindicato Nacional Minero Metalúrgico “Don Napoleón Gómez Sada”, Carlos Pavón Campos denunció en 2012 que financió su campaña presidencial con recursos provenientes de un fideicomiso minero extinguido.
Incluso, reveló que se exigía a los trabajadores afiliados a ese sindicato las credenciales electorales de cuatro familiares, con el objeto de garantizarle 75 mil votos a López Obrador. Hoy, un sexenio después, el exiliado promete darle presencia en Nuevo León, entidad en la que Morena no tiene adeptos.
Mientras que con Salgado reforzaría su representación en Guerrero con sectores de la llamada “izquierda social”, es decir, grupos radicales que operan en esa entidad.
Es preocupante que en aras del pragmatismo, de conseguir “el poder por el poder mismo” como tanto ha criticado, López Obrador haga estas alianzas.
Ya lo dijo el CCE: se debe evitar postular a personas que hayan sido inhabilitadas para el servicio público o estén condenadas por la comisión de una conducta delictiva.
México no se merece a delincuentes convertidos en representantes populares con fuero. Y ese es el futuro que promete el tabasqueño.

* Columnista invitado