Alejandro Mendoza

 

Las personas deben tener convicciones. Sin ellas, definitivamente estaríamos hablando de vidas sin sentido y sin brújula, guiadas únicamente por intereses de toda clase, pero totalmente egoístas y deliberadamente personales.

Convicción es tener la seguridad y la confianza puesta sobre algo o alguien. La convicción es creer plenamente. Una persona con convicción, es la que sabe que lo que se propone, puede lograrlo.

Ya sea porque crea en una deidad que le otorgue sus deseos, o preferiblemente porque crea en sus propias capacidades de lograrlo.

Cuando una persona se plantea algo, tiene la convicción de saber que puede hacerlo, que puede llegar a sus metas, que puede cumplir con sus planes a cabalidad.

En su defecto, hay quienes tienen plena convicción de que no pueden lograr nada, de que no valen nada, de que no son capaces, etc. Pero este tipo de mentalidades no vienen al caso.

Pero entonces, ¿Por qué es importante la convicción? Porque es la que ayuda a tu motivación para seguir adelante, confiando en que todo saldrá bien, y en que tú mismo estarás bien.

La convicción es el convencimiento que se tiene sobre algo. Quienes tienen una convicción poseen razones o creencias que les permiten sostener un determinado pensamiento, discurso o acción.

Un ejemplo es cuando el político dice: “Llegué a la Casa de Gobierno con la convicción de que nuestro proyecto permitirá sacar al país, estado o municipio adelante”. O cuando se cree en la palabra de otra persona: “Que el dueño cumplirá con su palabra es una convicción tuya, no mía”. O cuando se cree que se logrará el éxito: “Tuve la convicción de que saldríamos campeones en el primer entrenamiento del equipo”.

También es cierto que hay personas que tienen convicción, pero sobre aspectos pesimistas y negativos en todo momento. Son individuos que creen a pies juntillas que no valen nada, que no son capaces de afrontar el reto que tienen por delante o que la persona a la que aman no les va a corresponder porque no poseen nada para ofrecerle a esta.

Convicción también es una idea política, ética o religiosa a la que una persona se encuentra fuertemente adherida. Lo habitual es que el término se utilice en plural, es decir, convicciones.

En este contexto se hacen expresiones como: “Les aseguro que nunca traicionaré mis convicciones”; “Agradezco tu propuesta, pero va en contra de mis convicciones”, “Sin convicciones, es imposible triunfar en un mundo tan competitivo”.

Los políticos son personas que también requieren tener convicción no sólo sobre su plan y campaña electoral sino también sobre las ideas que defienden y sostienen a su partido. Por eso, es fundamental que cuando dan discursos o mensajes públicos lo hagan con convicción acerca de todas las ideas que defienden y las medidas que deciden llevar a cabo.

En concreto, se considera que en esos casos es fundamental que hablen con convicción porque animará a quienes les escuchan no sólo a tomarse en serio lo que están diciendo sino también a apoyarles y seguirles en sus actuaciones. Con fuerza y con seguridad es como se consigue esa convicción oral que hará que los oyentes les respalden con su voto en las elecciones pues habrán creído en ellos.

La convicción es de lo que muchas personas carecen hoy en día en las diferentes áreas de la sociedad. Y para salir adelante y mejorar realmente las cosas, se requiere de convicción, no hay de otra.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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