* ¿Por qué tanto atacan a Astudillo?

* Mezquindad, no reconocer su labor

* Recuperar la gobernabilidad perdida

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

Las redes sociales se han convertido en las principales avenidas del escándalo, el odio y las descalificaciones.

La pregunta del por qué se han ensañado en los ataques contra Héctor Astudillo Flores tiene varias respuestas, pero la principal se sustenta en una pasión humana que no admite el éxito de una persona y a toda costa se le quiere denostar, descalificar y bajar a como dé lugar de un sitio ganado a pulso con esfuerzo, trabajo y mucha dedicación.

Es la guerra sucia que viene, el lodazal que lanzarán quienes ven en el umbral del proceso electoral concurrente del 2018, la oportunidad de abrir fuego y bajar la popularidad de un gobernante que en 22 meses ha nivelado estadísticas reales de crecimiento en Guerrero.

Para los escépticos, van los datos duros: de un desempleo galopante, a pique desde el 2010, ahora se recuperan empleos perdidos. En el primer trimestre del 2016, Guerrero tuvo un crecimiento económico del 2.5 por ciento, histórico, nunca antes registrado y fue tercera entidad en alcanzar esas cifras que no son producto de la casualidad.

Hace una década no había los cuatro mil millones de pesos en inversión minera en zonas poco pobladas, depauperadas y aisladas de un desarrollo económico tradicional como la ganadería, la agricultura o el turismo. La industria minera ya es una realidad, aunque falta detonar más aún el beneficio de esa naciente rama en las familias trabajadoras.

En turismo se recuperó aquellas ocupaciones hoteleras históricas que no se veían en 12 años ni en temporadas altas. La derrama económica turística en Guerrero fue un indicativo económico a nivel nacional de que el turismo en México creció significativamente al grado de competir con otros destinos mundiales y subir en el ranking de países con mejores ofertas turísticas.

Es una mezquindad no admitir avances sustanciales, claros y reales. Y a eso le apuestan los críticos de Astudillo, llámense como se llamen.

También es cierto que la violencia, inseguridad y peores niveles de vida en algunas ciudades –no todas— se han encargado de opacar un logro fundamental de la administración de Astudillo Flores: la gobernabilidad.

Y en este asunto toral, pieza clave y angular de todo gobierno, Astudillo ha sido enfático en no aflojar el paso, ni ceder espacios a quienes abonan a ese terreno de las confrontaciones estériles. Sin tono áspero, con firmeza, ha demostrado su estilo de gobernar sin estridencias ni saltos al vacío.

La construcción de un andamiaje sólido de gobernanza, luego de haber visto escenarios de extrema tensión, con la autopista bloqueada, parálisis del sector magisterial disidente confrontado, indiferencia a los reclamos de organizaciones civiles de ser copartícipes en las tomas de decisiones, tampoco puede ser escatimada a Astudillo.

No todo ha sido miel sobre hojuelas, ni color de rosa. ¿Quién puede afirmar que gobernar Guerrero es una quimera?

Astudillo ha llamado al cierre de filas a todos, sin excepción, por una causa noble y justa que es Guerrero. Unos han puesto oídos sordos, es cierto. Otros se encogieron de hombros. Y muchos más sí se han sumado al esfuerzo colectivo de alcanzar mejores niveles de vida.

El mejor blindaje que puede tener un gobierno es su trabajo cerca de la gente, reconstruyendo la confianza y credibilidad perdida. Aunque algunos no entiendan, o se hayan abandonado al pesimismo, la peor lucha es la que no se hace.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.