¿Menos desfiles inútiles?

 

Felipe Victoria

 

Hace como tres años ocurrió un zafarrancho en el zocalito acapulqueño en el evento sindicalista del primero de mayo, en que Rubén Figueroa Alcocer salió brincando del templete por atrás, tras de que el exalcalde Añorve se le apareció al entonces presidente municipal, Luis Walton.

Como el horno no está para bollos, antier el evento ¿de los trabajadores? no lució.

Como aquí se les irrita fácil la piel con las críticas, mejor les comparto algo de la sapiencia de Jorge Fernández Menéndez en su columna RAZONES del centenario Excélsior al mando de Olegario Vázquez Aldir con un fragmento:

“¿Cuándo se acabó el primero de mayo?”

“Hoy nadie sabe muy bien si está festejando el Día del Niño o el de los trabajadores. ¿Cuándo se acabó la celebración del primero de mayo? Como reportero todavía me tocó cubrir alguno de aquellos desfiles interminables, donde los sindicatos en forma de todo, menos espontánea, agradecían durante horas al Presidente de la República en turno que los saludaba desde el balcón de Palacio Nacional”.

“Aunque la ceremonia continuó unos años más, creo que su verdadero fin se dio el 1 de mayo de 1984, cuando fueron arrojadas dos bombas molotov contra los balcones del Palacio Nacional por un grupo de estudiantes de la Preparatoria Popular Tacuba, que se había integrado por la fuerza entre los contingentes del Congreso del Trabajo. Del ataque resultó con quemaduras el entonces director del ISSSTE, Alejandro Carrillo Castro, y dos invitadas internacionales, una mujer cubana y otra brasileña”.

“Hubo tres detenidos de la Preparatoria Popular, pero sólo uno de ellos se adjudicó los hechos: José Antonio Palacios Marquina, de 21 años de edad, conocido como El pato. La ceremonia, como decíamos, continuó algunos años más, pero cada primero de mayo se sucedían, con mayor frecuencia, los enfrentamientos, con “sindicatos independientes” en torno al Zócalo y casi con regularidad frente al Palacio de Bellas Artes y la ceremonia terminó por desaparecer durante el gobierno de Ernesto Zedillo”.

“Pero esa desaparición se ha ido dando en la misma medida en que comenzó a esfumarse el poder sindical en México y en el mundo. Ya en 2014, había en México más empresas que trabajadores sindicalizados trabajando en ellas. Según el censo económico, existían entonces cinco millones 654 mil empresas, donde trabajaban 29 millones 642 mil personas. Pero, para esa fecha se estimaba, porque no se divulgan cifras oficiales, que había sólo unos tres millones de trabajadores sindicalizados”.

“En la actualidad, se cree que son poco menos de la mitad. Es verdad que hay grandes sindicatos, como el magisterial con cientos de miles de afiliados, pero los sindicatos de industria son cada día menores y desde la aprobación de la reforma laboral se podría decir que están casi en peligro de extinción. Hay unas mil 700 organizaciones sindicales registradas, pero entre todas no tendrían ya más de un millón 400 afiliados (menos del 3% de la Población Económicamente Activa) exceptuando, insistimos, al magisterio y a sindicatos de trabajadores al servicio del Estado, entre otros”…

“En realidad, en la economía actual, la sindicalización termina siendo mucho más un lastre que un beneficio para los trabajadores. Hay sectores en los que todavía es necesaria e importante, pero cuando nos topamos con sindicatos excesivamente ideologizados, los que al final terminan perdiendo son sus propios afiliados. Historias de fracasos hay muchas. ¿Fueron, por ejemplo, los trabajadores los responsables de la quiebra de Mexicana?

Definitivamente no, fueron sus directivos, que cometieron innumerables errores y finalmente se dieron a la tarea de “vaciar” la empresa para llevarla a la quiebra.

“Los sindicatos fueron un instrumento clave para la transformación social del siglo XX. La celebración del primero de mayo en homenaje a los mártires de Chicago, un hito que permitía recordar cómo ese paso a la industrialización se había consumado con sangre y lodo, con una explotación sistemática de los trabajadores que logró ser revertida o, por lo menos aminorada, con luchas muchas veces heroicas. Mucho queda por hacer en ese sentido, pero el mundo ha cambiado, las condiciones de producción, la economía y la industria también. La economía de servicios y la informática ocupan un lugar cada día más relevante y los viejos sindicatos decimonónicos ya casi nada tienen para aportar al mundo del siglo XXI. Ya casi nadie recuerda a los mártires de Chicago, como ninguno de nuestros jóvenes recuerda aquellas marchas de trabajadores agradeciendo y celebrando al Presidente de la República frente a Palacio Nacional”.

-¡Tilín.tilín!-Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿se va muriendo el primero de mayo?

-Ay chamacos, ni Fidel Velázquez, “La Güera” Rodríguez Alcaine, ni Joaquín Gamboa Pascoe, fueron eternos, de todos modos el grueso del pueblo ignora qué onda con los mártires de Chicago, los obreros textiles de Río Blanco, los mineros de Cananea y menos con el periodista Ricardo Flores Magón que se la hicieron cansada al dictador Porfirio Díaz.

-¿Entonces el sindicalismo ‘charro’ comenzó en las décadas  tricolores?

-¡Shhh…cábrense cayones”, ahorita el que más nos jode es el magisterial  y el de los petroleros con saqueadores impunes como Deschamps…

-¿Entonces debería suprimirse el tradicional desfile?

-No estaría mal…pero mejor felicitemos a los albañiles y constructores por el día de la santa Cruz.