Del trono al fango
Felipe Victoria
México terminara el aciago 2016 todavía sin iniciarse el largo muro que mister Trump prometió en su campaña construir y hacer pagar a los mexicanos, pero el imitar la muralla China despertó al tigre asiático como un eventual aliado; algo como la URSS con Cuba, cuando Fidel Castro le hizo revolución a Fulgencio Batista.
Claro que a todos nos encantaría saber a qué empresas constructoras darán la concesión y quienes serán los albañiles, porque a mal pensados ni quien nos gane, no vayan a ser los españoles de HIGA.
Terminó el cuarto año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto prácticamente sin pena ni gloria y parece que no le fue muy bien improvisando su discurso, pero al fin y al cabo una mala tarde cualquiera la tiene.
El problema en nuestro país es que la gente endiosa durante un sexenio a los mandatarios en turno y sus esposas, les hace reverencias desmesuradas y los adula a más no poder, pero de la noche a la mañana dejando de ser los huéspedes distinguidos de Los Pinos, cuando no les llueve les llovizna y chiquita no se la acaban con tantas críticas negativas, calumnias de mala leche e infundios; pero ese es el precio de la fama para los políticos y me imagino que ni de extraño les cae.
Del escarnio y chistoretes parece que tan solo se salvó un poco el general Lázaro Cárdenas del Río, que gobernó de 1934 a 1940 y se supo quitar de encima al cacique nacional Plutarco Elías Calles, que quitaba y ponía presidentes tras el asesinato contra Álvaro Obregón.
Después habitarían en Los Pinos de 1940 al 46 Manuel Ávila Camacho; Miguel Alemán Valdés, hasta 1952, luego el austero Adolfo Ruíz Cortines hasta 1958 y Adolfo López Mateos, que en 1964 le dejó el poder a Gustavo Díaz Ordaz, relevado en 1970 por Luis Echeverría Álvarez, quien dejó a su amigazo José López Portillo y Pacheco, de 1976 a 1982, y siguió el seriecito Miguel de la Madrid Hurtado, hasta 1988, en que por presiones de los banqueros tuvo que dejarse suceder por el economista Carlos Salinas de Gortari, al que por la muerte de Colosio en 1994, le montaron a Ernesto Zedillo, quien en el año 2000 tuvo que acceder a la alternancia en el poder dejando los trastos al PAN con Vicente Fox, el que elevó en 2006 al “hijo desobediente” Felipe Calderón Hinojosa para berrinche de Andrés Manuel López Obrador, que en el 2012 cuando asumió el poder Enrique Peña Nieto volvió a alegar fraude electoral y está muy puesto para ver si a la tercera gana en el 2018.
De todos estos últimos presidentes el pueblo murmura horrores, pero jamás se organizó para quitarlos del mando si tan malos de veras eran, entonces quienes fallaron son los del pueblo por agachones, murmuradores y abúlicos.
Por décadas la investidura presidencial fue respetada y nadie podía hablar mal de los mandatarios en turno, ya después les iba como en feria y por apodos y chismes no paraban, ciertos o inventados.
A Ernesto Zedillo le tocó la etapa crítica preparando la alternancia en el poder para dejarle el gobierno al PAN y, a Vicente Fox lo tupieron duro, porque él mismo dio pauta a no respetar la investidura presidencial y abrió demasiado las puertas de la tolerancia.
Con Calderón se hizo irreversible la “libertad” de criticar presidentes y no hubo vuelta atrás, pero las consecuencias parecen estarlas pagando ahora Enrique Peña Nieto, al que no dejan ni a sol ni a sombra hasta en su vida privada.
A todos los anteriores presidentes mexicanos les descubrieron colaboradores de alto rango enriquecidos, pero algunos sí se mantuvieron en niveles de honradez aceptable y por eso se evitaron escándalos mayores.
Ahora no ha sido así, desde su toma de posesión en diciembre de 2012 no faltó quien le jurara no dejarlo gobernar en paz y perseguirlo por todo el territorio nacional, incluso organizándole una revolución para que no termine su periodo.
Para colmo, su administración se ha caracterizado por falta de energía para aplicar las leyes sin miramientos; se exageró desmesuradamente el respeto a los derechos humanos favoreciendo a delincuentes y organizaciones rijosas que pusieron de cabeza la gobernabilidad, pero lo peor ha sido el disimulo y negligencia para dejar impunes a saqueadores de cuello blanco que se sintieron virreyes feudales en media docena de estados, ¿o más?
Los mexicanos no están satisfechos con esta administración pública y contentos menos, pero los frena el miedo o desatar una revolución como la del siglo pasado en que tantas vidas se perdieron en combates abiertos, muchos prefieren seguir aguantando de rodillas.
Sin embargo, es cierto que desde principios del siglo miles de mexicanos han muerto o desaparecieron a causa del narco, donde no han querido dar pie con bola para combatirlo y controlarlo aunque sea.
El orden y la paz son las asignaturas pendientes, y así nada bueno puede esperarse pues Dios no hace milagros ni endereza jorobados. Millones de católicos no le entendieron al Papa Francisco cuando en su reciente visita les dijo que no se resignen.