Felipe Victoria

 

¿Guerra por Acapulco?

 

Difícil entender y digerir el sistema electoral de los Estados Unidos de Norteamérica, donde la elección es indirecta y los votantes en realidad lo que escogen es a sus representantes estatales para el Colegio Electoral, donde tienen la última palabra.

No tan complicado entender que allá los estados “valgan más unos y menos otros”, según el número de habitantes que tienen.

En el caso de Hillary Clinton, aunque consiguió unos 200 mil votos más que Trump, sólo ganó en 20 estados y en Washington D.C., acumulando 228 sufragios correspondientes al Colegio Electoral. Por su parte, Donald Trump triunfó en 30 estados y sumó 279 votos del Colegio Electoral: 9 más de los 270 requeridos para hacerse de la presidencia de los USA.

Como quién dice, en diciembre su Colegio Electoral podría quitarle el triunfo a Trump, más no por la ola de protestas inusitadas a favor de la señora Clinton, preferida real de las masas.

En fin, nosotros desde aquí calladitos y como el chinito “nomás milando”.

Feliz nuestro gobierno supremo de que estemos distraídos con problemas aparentemente ajenos, en vez de levantarnos contra la enorme cadena de complicidades y disimulo a favor de gobernantes ladrones de cuello blanco a los que primero dejaron medrar y después escaparse.

Feo panorama nacional e internacional donde no se avizoran prontas soluciones. ¿Pero qué sucede en el entorno acapulqueño, donde los ánimos políticos ya se caldean y se oyen las patadas bajo la mesa?

El genuino perredista que “por un pelito de rana” le ganó al poderoso PRI ya cuatro veces derrotado, no las trae todas consigo.

Fácil le diseñaron un meteórico trayecto hacia su reelección en 2018 para que brincara en el 2021 a la gubernatura, pero se les olvidó que los castillos en el aire se derrumban con las sacudidas y turbulencias, que es lo que abunda para quitarle el sosiego a Evodio Velázquez Aguirre, porque ni siquiera todas las tribus y corrientes amarillas están con él.

Dentro del mismo PRD pululan dos hijos de exgobernadores que por angas o mangas no pudieron ser candidateados en 2015, pero no se les quita el antojo y se andan meneando muy antes de tiempo, en vez de solidarizarse con el que ahorita trae el balón y se llama Jesús Evodio. ¡Ah qué traviesos  Rubencito y Angelito!

El tradicional partido opositor blanquiazul no cuenta con canicas suficientes, pues aquí hay más panaderías y bolilleros ambulantes que panistas, pero no obsta para que el exalcalde y exgobernador Zeferino Torreblanca piense lanzarse alquilando esas siglas, o mande otra vez a la guerra a la ahora regidora Gloria Sierra.

Para no quedarse atrás, los cuataches de un exgobernador priista y disque perredista corren la especie de que el ometepequense contendería por Acapulco en 2018.

Donde el comal ya está ardiendo es en el tricolor acapulqueño y estatal.

No fue por milagro que el Comité Municipal del PRI en Acapulco “resucitara”; ha sido la entusiasta y febril actividad del abogado y maestro en Ciencias, Fermín Gerardo Alvarado Arroyo, la que lo está poniendo a caminar de nuevo, tras encontrarlo tullido, solitario, abandonado, maltrecho y agonizante.

Las instalaciones ruinosas convertidas en cuchitril sin servicios y muladar vacío, que primero tuvo que desinfectar y rehabilitar para inyectarle vida y ánimos, generando conciencia partidista de la militancia y simpatizantes, preparándolos para las próximas contiendas electorales de 2018.

Lo que se ve no se juzga y el PRI recupera presencia, pero claro, ya viéndolo distinto y sano a muchos se les antojaría relevar a Fermín Alvarado, que va para otro escalón superior en el partido, donde igual mencionan a Héctor Apreza Patrón y a José Luis Ávila, pero no debemos soslayar que a la diputada Julieta Fernández Márquez le tienen apartado un lugar para la contienda interna por la candidatura en el puerto.

En ese mare magnum no se descartan posibles relanzamientos de los exalcaldes Alberto López Rosas y Félix Salgado Macedonio, aunque se tuvieran que amorenar, mientras en el MC naranja ya perfilan a un diputado local y quizá hasta un tapado tenga por ahí bajo la manga Luis Walton Aburto.

Pero esos personajes no son todos los que quisieran la alcaldía porteña después de Evodio Velázquez; les guste o no ha ido creciendo la estatura y posibilidades del empresario Jacko Badillo como candidato independiente, o apadrinado por algún partido de los que sí han tenido miembros en la alcaldía.

De que la feria de zancadillas estará entretenida ni lo duden: como siempre todos contra todos, oreando trapitos sucios ajenos, diciendo a  la gente lo malo de los contrincantes, pero nadie convenciendo a los electores potenciales de por qué serían mejores ellos, o por lo menos diferentes y más decentes.

Va como de broma: ¿qué tal si en vez de que los aspirantes suspirantes anden aplanando calles arrastrando el chile frito, se sometieran a un examen público de aptitudes y capacidades?, que dieran a conocer planes concretos de cómo solucionar problemas comunes entre todos, pueblo y gobernantes, pero además sometieran a escrutinio a los personajes que integrarían su equipo de trabajo.

Al último, mejor una subasta pública y a ver quién ofrece más por el nuevo “Anarquiapulco”.