* Otra vez, los apremios presupuestales

* “La herencia maldita” de los quebrantos

* Apreza confirma auditorías de Contraloría

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

 

Es incuantificable aún el quebranto financiero dejado por la administración de Rogelio Ortega Martínez.

Los enormes boquetes heredados en Finanzas han dejado al gobierno de Héctor Astudillo Flores con un margen reducido de maniobra. Sin embargo, Héctor Apreza Patrón desde la Secretaría de Finanzas ha sorteado con habilidad las premuras y apremios derivados del cochinero de Ortega.

Hoy urgen 13 mil millones de pesos para salir de un trimestre de fin de año que se pronostica con negros nubarrones presupuestales. Apreza Patrón no ha tocado el tema de los recortes a las participaciones federales, una vez que diputados y senadores vayan a analizar la miscelánea fiscal enviada por José Antonio Meade, titular de Hacienda.

Apreza no ha escondido el tamaño de esa “herencia maldita”, a la que con sorna y desprecio hace un poquito más de un año se refería Rogelio Ortega Martínez, repartiendo culpas de su muy mediocre responsabilidad como gobernador interino.

Los quebrantos aún no se llegan a cuantificar, pero existe el compromiso de que serán documentados por la Secretaría de la Contraloría, que ha sido parca, silenciosa y hasta sigilosa en su actuación de aplicar auditorías, a la par de una Auditoría General del Estado (AGE) que permanece sin decir ni una sola palabra del enorme hoyo en que estamos sumidos los guerrerenses por una desastrosa administración.

Quizá sea lo último que haga Mario Ramos del Carmen en esa dependencia, pues su desempeño dista mucho de la expectativa generada en el gobierno astudillista, que lo acogió como una canonjía a Luis Walton Aburto, entre otros servidores públicos más ligados al Partido Movimiento Ciudadano que a su cargo en el servicio público.

Aunque eso es lo de menos, sí es importante para la confianza y certeza de que existen fondos suficientes para afrontar desafíos en obras e inversiones prometidas y pactadas por Astudillo en los 81 municipios de la entidad para 2017. Escuelas, carreteras, unidades deportivas, sistemas de agua potable y todo un cúmulo de apoyos millonarios a las municipalidades deben garantizarse con esos recursos, que en palabras de Apreza podrían estar en suspenso.

El silencio de la culpa está sobre los hombros de quienes dejaron su huella de frivolidad y corrupción. No hay nadie que se atreva y alce la voz para admitir responsabilidades, menos entregarse a la autoridad ministerial con la promesa de devolver dinero mal habido y que debió destinarse a los más pobres. Eso sí que sería honesto, responsable y respetado. Pero no se le pueden pedir peras al olmo.

¿Cómo sorteará la crisis del último trimestre Apreza Patrón?

Esa es la incógnita. No creo que tenga una varita mágica.

Lo que sí se vislumbra es que Pepe Meade y Vanesa Rubio no podrán olvidarse de los rostros de la angustia y el desamparo, que conocieron en sus múltiples periplos por las regiones empobrecidas de Guerrero. No podrán olvidar su compromiso con los miles de guerrerenses que esperan salir de esa miseria, a la que han condenado gobiernos mentirosos, corruptos, que dejaron un tiradero en el escaso año que saquearon a la entidad impunemente.

Astudillo ha sabido bailar con la más fea en 11 meses y ha demostrado que la narcoviolencia es la peor de las herencias malditas. No se explicaría a Guerrero sin la presencia de las fuerzas armadas y federales en el combate a la delincuencia.

El 13 de octubre se presentará el primer informe al Congreso del Estado. Es el esbozo preliminar de un trabajo sexenal que va cuesta arriba, contra los pronósticos y malos augurios de fracaso.

Día con día se callan bocas. Y se abren ojos de asombro. Se convence a escépticos y se brinda esperanza de que las condiciones de vida van a mejorar. Esa es la prioridad.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.