Orquestas de antaño

 

Por Chanssonier

 

Según el poeta español Jorge Manrique, cualquier tiempo pasado fue mejor; creo que lo dicho es como nos va en la vida; en el curso de ella muchos ricos empobrecen y los que estaban así, puede cambiarles la fortuna para tener días mejores. Esto viene a colación porque antes para amenizar bailes y festejos diversos, había orquestas que se encargaban de darle buen marco a los festejos, sobre todo a los bailes nocturnos, en donde las damitas lucían primorosos vestidos, utilizando los más caros perfumes, en tanto los caballeros portaban trajes de lana.

Hace muchos años en esta ciudad hubo dos orquestas, las cuales se disputaban la preferencia de la sociedad; era “La Estrella” que dirigía don Antonio Zubillaga, y “Hermanos Peralta”, bajo la batuta de don Policarpio Peralta. “La Estrella” se encarga de amenizar por lo general, los bailes que se llevaba a cabo en el palacio de gobierno.

Con el correr del tiempo ambas orquestas desaparecieron, para cederle el paso a la banda del maestro Carlos Quiroz, oriundo de este lugar, quien en la ciudad de México formó parte de las afamadas orquestas de Absalón Pérez, Rafael de Paz, Gonzalo Curiel y algunas otras. Desaparecidas fueron conjuntos musicales quienes las substituyeron.

La televisión que prácticamente sepultó a la radio, presenta la más de las veces música grabada, no viva como antes ocurría.

Entre nosotros son historia los dos bailes del Colegio del Estado; en uno de ellos se coronaba a la reina del estudiantes, el otro por el aniversario de la fundación del Instituto Literario del Estado. Yo como muchos otros no nos cabe duda, que cualquier tiempo pasado fue mejor.

 

Tradiciones que mueren

 

En la calle en donde vivo pasa seguido, un grupo de “chile frito”, el que por lo general va tocando, alegrando los oídos de quienes lo escuchan, que por lo general se desprenden de algunas monedas, como pago simbólico a su actividad.

Por desgracia este tipo de música está tocando a su fin, porque las dependencias que deberán alentar su conservación no lo hacen, ocasionando con su desatención que en poco tiempo la música vernácula llegue a su fin.

Hace años estos músicos, que no tocan por nota si no por mezcal, como sinceramente lo han reconocido, poco a poco se ha ido extinguiendo.

En los jaripeos eran el principal ingrediente para hacerlos lucir. ¿Alguien olvidará cuando a los cuatro vientos interpretaban “Las Calandrias?. En los festejos en honor a los patrones de los barrios, su presencia era de hecho obligada, lo mismo que en los de la feria decembrina, cuya presencia era de hecho permanentes. “El Chile Frito” que más se identificaba con la población procedía de Petaquillas, aunque también participaban los de Amojileca y Mochitlán. En la actualidad lo han desplazado conjuntos musicales, que no le ofrecen a las fiestas el colorido que fue aquél su característica.

Dentro de escasos meses habrá una nueva edición, de la tradicional Feria de San Mateo, siendo deseable la participación de ese tipo de música, que le pondrá sal y la pimienta.