¿A qué vinieron?

 

Felipe Victoria

 

Los del angustiado y espantado pueblo de a pie, que ni a computadora casera llegan o no les alcanzó para los fantásticos telefonitos celulares con muchas aplicaciones o modestas tablets, no fueron víctimas del terrorismo mediático cibernético en las redes sociales que manipulan algunos perversos.

Pero de los clase medieros en picada y de ahí hacia arriba, nadie se escapa de las noticias sobre cosas malas que por desgracia siguen ocurriendo en un territorio aguerrido y sin ley; las escuchan por la radio o las miran en la televisión, y si no se enteran por el chismorreo popular por dondequiera.

Por supuesto que tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe y de jalar las cuerdas se revientan por lo más delgado, el mal ejemplo de los linchamientos contra maleantes en otras entidades tiende a cundir como en Chilpancingo.

No funcionó eso de armarse con oraciones para protegerse de las mañas que se disputan la plaza en la joya de la corona guerrerense; los lugareños hartos de padecer vejaciones y extorsiones ya se van disponiendo a organizarse para hacerle frente a los malosos como sea, no es posible ni aceptable que un puñado de gavilleros malhechores ponga de a chinqueque a casi un millón de habitantes porque su policía municipal no funciona y las que vienen de fuera, se hacen guajes o se andan balaceando entre ellas cuando se confunden sus elementos inexpertos y poco inteligentes por muy acreditados y certificados que presuman ser.

Me cuentan que vino Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación y el gabinete federal de seguridad, a un evento “a puerta cerrada” por la zona Diamante, con personalidades muy selectas de Acapulco y Guerrero, para ver qué se les ocurre contra la inseguridad.

Por supuesto que al gobernador Héctor Astudillo Flores, al alcalde Evodio Velázquez Aguirre y al general Salvador Cienfuegos Zepeda, sí los dejaron entrar.

Nos quedamos con las ganas de participar y presentar proyectos viables a consideración de las respetables autoridades, pero en medios me abstendré de hacerlo por recomendación de agencias y bufetes de asesoría externa e investigaciones, que opinan pero jamás de gratis; haga de cuenta como los arquitectos que dan servicios de proyección de obras públicas. Por cierto felicitaciones a ellos, a los ingenieros civiles y a los albañiles y constructores por el día de la Santa Cruz.

Recuerdo cuando en la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio Murrieta, Pedro Joaquín Coldwell como secretario de Gestión Social del PRI apoyó mi propuesta de solución al problema de la corrupción policiaca, hecha al candidato en una obra que apareció a la luz el 6 de marzo de 1994.

Mi ahora difunto editor Octavio Colmenares Vargas escribió en la contraportada del libro:

“La policía, botín político”

“Los mexicanos exigimos del gobierno la organización de cuerpos de seguridad eficientes, honestos, confiables, que merezcan el respeto y el respaldo de la población”

“No es posible seguir soslayando el problema”.

“Los organismos policiacos han sido durante décadas botín de políticos. Esta situación debe cambiar, antes de que la ciudadanía enfurecida tome en sus manos la seguridad y se presenten situaciones violentas de consecuencias incalculables.

Aquí se narra la dolorosa realidad de nuestra policía, integrada con elementos mal pagados, peor tratados, incomprendidos, vilipendiados y explotados.

Los modestos gendarmes no son los culpables del caos: ellos, como el resto de la ciudadanía, son víctimas de un sistema que ha demostrado incapacidad para resolver un problema vital.

El presente estudio es una denuncia, pero también una invitación para que nuestros gobernantes tomen por fin la decisión de dar al pueblo mexicano la seguridad que le corresponde”.

Les comento que el plan sugerido a Colosio en veinte puntos estratégicos ya no pudo ser puesto en acción porque lo asesinaron en Tijuana el 23 de marzo.

El 21 de julio de 1994 me acusó recibo de la obra el candidato sustituto Ernesto Zedillo Ponce de León, pero cuando ya fue presidente no lo dejaron intentar el plan de solución a la corrupción policiaca, porque primero estaba el bienestar de las familias mafiosas, que al paso de los años están ganando la partida y por ello México está en sus garras.

Cuando los panistas llegaron a Los Pinos, con Vicente Fox, siguieron los cambios de nombre, primero desmoronando la judicial federal para bautizarla como la AFI dentro de la PGR; al llegar Felipe Calderón el ingeniero Genaro García Luna echó su gatito a retozar inventando la certificación obligatoria hasta para los humildes gendarmitos pueblerinos, pero sin recursos para darle una justa indemnización al dejarlos sin empleo.

A medio sexenio de Enrique Peña Nieto las cifras negras aumentan y potencias extranjeras califican muy mal a México, como país inseguro, donde el narco se les trepó a las barbas y la guerrilla urbana se desató con la insurgencia magisterial aliada con grupos armados de autodefensa en algunas entidades.

A Miguel Ángel Osorio Chong, ya desde ahorita le impiden escuchar soluciones concretas y lo distraen con ocurrencias que impliquen dilapidar presupuesto y comprar por comprar equipos, lo mismito que hacía García Luna y en montajes en escena no se han quedado atrás.

¿Tendrá el pueblo que buscar sus propias soluciones a la antigüita?