Clásica guerra fría entre predecesores y sucesores
Por Felipe Victoria Zepeda
Había que concederles un “Doctorado Horroris Causa” en hipocresía, fanfarronería y megalomanía a políticos engatusados en la publicidad que les fabrican.
De hecho, quienes llegan al poder ven mal todo lo hecho por los antecesores, pero el punto álgido son las finanzas mochas de antemano; nunca se ha visto quien entregue los poderes dejando a mano las cuentas, porque todos las recibieron en números rojos y se tuvieron que aguantar.
Es una sacrosanta regla no escrita entre correligionarios de partido, incluso es norma que el que está en el poder apoye financieramente la campaña del que lo relevará, porque esa misma atención tuvieron con él.
Como en las tiendas de abarrotes, se va haciendo el “arrastre” de existencias faltantes que nunca se reponen y aumentan cada turno.
Ya se cumplieron 4 meses del término legal para iniciar juicio político y fincando responsabilidades contra el que fuera gobernador interino de Guerrero por un semestre y después sustituto, de octubre de 2014 al mismo mes en 2015, en que Héctor Antonio Astudillo Flores asumió el mando estatal por voluntad electoral de más de la mitad de votantes.
De sus primeras revelaciones fue que según el secretario de Finanzas y Administración, Héctor Apreza Patrón, las cuentas rojas andaban en por ahí de 18 mil quinientos millones de pesos, que debería explicar Rogelio Salvador Ortega Martínez, el exsecretario general de la UAGro, que utilizaron para ocupar temporalmente el lugar de Ángel Heladio Aguirre Rivero, que se fue por el escándalo policiaco de Iguala y Cocula con ayotzinapos vándalos, que incidentalmente se robaron un autobús cargado de drogas y, por eso les dieron un escarmiento aberrante, que no se ha esclarecido convincentemente.
Héctor Apreza Patrón por supuesto que debe tener los pelos de la burra en la mano para haberle informado a su jefe el gobernador Astudillo de ese desfalco.
Si bien lo recuerdo, el propio Ortega Martínez fue a quejarse en el Senado a fines de julio de 2015, arguyendo que existía un déficit por 13 mil millones de pesos a esas alturas, pidiendo que de una vez le recibiera el gobierno Astudillo, porque así ya no quería seguir lidiando con el toro.
Bien dicen que el pez por su boca muere; resultó en noviembre que al revisar cuentas públicas, ese déficit de 13 mil millones se elevó inusitadamente y en tan solo tres meses a 18 mil quinientos millones.
Caramba, qué voracidad y cinismo enorme del ex guerrillero académico y su runfla de saqueadores. ¿Para qué necesitaba tantísimo dinero?
Para nadie fue secreta la existencia de un “plan con maña” para impedir las elecciones de junio pasado descalificando a todos los partidos políticos e imponer un candidato independiente, que sería el rector Javier Saldaña Almazán haciéndose desmesurada publicidad personal anticipada.
Los 5 mil 500 millones desfalcados claro que alcanzarían para su campaña por la gubernatura y le sobrarían por ahí de 5 mil 300, tomando en cuenta que la de Astudillo salió en 8 y medio millones de dólares.
El resto por supuesto que pudiera ser suficiente para financiar y apoyar la guerrilla urbana de insurgencia para imponer un gobernador que en su oportunidad optaría por la desanexión del estado de Guerrero respecto a la República y la federación, abriendo paso a otras entidades como Oaxaca, Chiapas y Michoacán que cobijan el subversivo plan de formar el nuevo “México Libre del Sur”, invitando después de conformarse como protectorado de potencias extranjeras a Morelos y Puebla.
Bien trascendió que el rector Saldaña no quiso ser secretario General de Gobierno con Ángel Aguirre, ni interino o sustituto después, por eso designaron a su segundo de a bordo, Rogelio Ortega, que como premio después podría llegar a ser rector por fin, todo un plan con maña pues.
Pero los guerrerenses no cayeron en la celada y el PRI triunfó en las elecciones con su por segunda vez candidato Héctor Astudillo.
No es mala leche recordarles la reacción del exgobernador Zeferino Torrebanca en noviembre de 2011, cuando le declaró la guerra formalmente a su relevo Ángel Aguirre por rascare a las cuentas poco claras que dejó.
Lo que vino después fue un largo complot para tumbar al economista de Ometepec divorciado del PRI y aliado con el PRD y las izquierdas; la carne de cañón fueron normalistas de Ayotzinapa en diciembre de 2011 y después en septiembre de 2014, llegando por chiripada Rogelio Ortega a la gubernatura con que jamás había soñado.
Héctor Astudillo, sin iniciar cacería de brujas y ecuánime, prometió realizar las investigaciones contables pertinentes para esclarecer el déficit financiero del estado y en su caso, proceder contra su antecesor Ortega, pero es necesario que la Contraloría a cargo de Mario Ramos del Carmen termine cuanto antes lo que debe hacer, dando el requisito de procedibilidad al Congreso para un enjuiciamiento político y al Fiscal General Xavier Olea para que consigne por delitos diversos al presunto saqueador y sus compinches.
¿Las cosas se pondrán ardientes otra vez en Guerrero?