* Adiós Francisco, arrivederci, Papa

* ¿Una boleada joven?

* Astudillo: contra la delincuencia

 

Isaías Alanís

 

En este México de 55 millones de pobres, ya no hay medida. Los extremos se juntan y el vacío se colma. El subsecretario de la Sedesol, Ernesto Nemer, se tomó un selfie con “mi amigo Angelito, que siempre que vengo a San Cristóbal me da la mejor boleada”.

Mejor mensaje no pudo haber existido para evaluar la pobreza y la procacidad del funcionario público. Angelito es un niño que debería comer bien, estudiar y dedicarse a las funciones propias de un niño de su edad, no ha llevar el pan a su casa. Abatir la pobreza no es el trabajo de estos malandros, es el beneficio que la pobreza les genera. El día que se acaben los pobres de México, se les terminará el negocio a los que lucran y viven como millonarios de los recursos para los pobres.

Por eso suena interesante la detención por peculado del santo señor de las tangas y empecinado en regalar juegos de plumas Mont Blanc, Jorge Serrano Limón, amigo de Margarita Zavala que en 2012 fue detenido por el desvío de 2 millones de pesos, y salvado de ir al bote por intermediación de la ex primera dama azul.

Ahora se le acusa de malversar a través de Provida 25 millones de pesos etiquetados para los centros de atención a mujeres que están en la lista de esa organización retrograda y fascista. Suena extraña la detención en este país, de intensa impunidad, de un malandrín como Serrano. Ojalá no sea una medida política por las aspiraciones de Zavala, sino el principio de una purga de todas y todos que han cometido actos de corrupción con dineros públicos. O una respuesta fast track al reclamo de Francisco que fue directo al presidente de México que se ha destacado por gobernar de escándalo en escándalo; la casa blanca, la protección a los Moreira, a los Yarrington y una larga lista de funcionarios y exfuncionarios a los que les podría pasar lo que a Serrano Limón.

Este acto extraño de la justicia mexicana, sucede cuando Francisco se va de México. Su entrada al país fue apoteótica: 49 muertos oficiales en el penal de Topo Chico, el asesinato de una periodista en Veracruz, la caída del peso y Pemex hecho pedazos.

La estancia del Papa fue de mero trámite. No habló de los 43 normalistas, de los feminicidios en Ecatepec, de la violación sistemática a los derechos humanos, de los sacerdotes pederastas, del diabólico “plan educativo” de Marcial Maciel, que incluía la violación a los legionarios ricos y atractivos para el jefe de los Legionarios de Cristo. No lo tocó ni con el pétalo de esa sonrisa captada por la fotografía de la portada del semanario Proceso. Postal en la que se ve el rostro de Francisco enseñando los dientes, sin foto shop, y en primer plano la mano cubriendo uno de sus ojos y en el segundo el ojo izquierdo y ese gesto de hombre terrenal y lleno de pasiones humanas escondidas.

Su tránsito evangélico se quedó en regaños a los políticos y a su anfitrión, EPN, pero no pasó a mayores, no le apostó a impulsar un apostolado ejemplar a tono con el México adolorido y humillado, donde la teología de la liberación pese a la guerra que le han desatado, sigue activa en las comunidades cristianas y en otros movimientos sociales.

En los albores de su partida que solo dejó un vacío y rotas las expectativas que grupos de católicos tenían puestas en su condición de Papa latinoamericano y por su origen jesuita.

Con la misma velocidad y cuando iba saliendo de los cielos de México a manera de encíclica popolum terrae mexicana, los “cardenales neoliberales” Luis Videgaray y Agustín Carstens, anunciaron tres acciones para salvar la crisis: recorte presupuestal por 132 mil millones, venta discrecional de dólares, no se sabrá quiénes serán los compradores. Y la última, un aumento a la tasa de interés a razón de un 3.75, era de 3.25.

La lectura buena es que esta última medida podría beneficiar a los mexicanos a corto plazo, y la mala, que las dos medidas anteriores demuestran el fracaso de la economía mexicana y el mal rumbo del país, que cabalga sobre los caballos del Apocalipsis.

El llamado que hizo en su despedida de México, el Papa Francisco en Ciudad Juárez al orar por la reconciliación de los mexicanos, porque desde su llegada convocó a los mexicanos a mirarnos de cerca y no de lejos, al reencuentro de los mexicanos que todo lo tienen con los que nada tienen, ¿Fue una plegaria vacía?

La ruptura social, o como dicen ahora, del tejido social, bien que la conocía Francisco. Desde hace algunos años los sacerdotes de cada diócesis mexicana recibieron la orden del Vaticano de llevar un registro de los casos de asesinatos, secuestros, violaciones, actos de corrupción y detectar el origen del malestar general del pueblo, incluido los secretos de confesión.

Esta medida le brindó a Francisco un mapa crudo del contexto nacional que las instancias de inteligencia del Estado mexicano desconocen u ocultan a la sociedad. ¿Qué viene? La urgente reconciliación de los mexicanos.

 

CONTRA LA DELINCUENCIA

 

Es determinante la actitud de Héctor Astudillo Flores referente a que no habrá tregua contra la delincuencia en Guerrero. Si repasamos la historia de los últimos catorce años en que los delincuentes se han posicionado encontraremos que Zeferino Torreblanca, dijo que no podía, Aguirre Rivero, que llegó con un bono popular enorme, tras los hechos del 12 de diciembre, delegó la responsabilidad de gobernar en manos inexpertas. Y fue el inicio de su caída al suceder lo de Ayotzinapa.

Astudillo, en pleno recrudecimiento de la violencia y la guerra de los carteles, declaró que en Guerrero habrá un combate contra la delincuencia que asola al estado y no habrá marcha atrás.

El territorio nacional se ha convertido en una fosa común y los cientos de cuerpos son la cifra de la ignominia y la vergüenza mexicana que cubrió el Papa con su silencio.