Prensa y democracia amenazadas

 

Noé Mondragón

 

 

En el sistema priísta autoritario, la prensa crítica e independiente fue perseguida con saña. Al poder intolerante siempre la han incomodado las verdades. Irritado las revelaciones de pactos ocultos y oscuros, fortunas labradas al amparo de los peculados en la función pública o de complicidades y acuerdos inconfesables. Por eso el asesinato de periodistas se convirtió en instrumento para inhibir un estado de cosas pútrido, plagado de impunidades y propenso a continuar. Sin freno ni Ley que lo detenga. Orientado a generar más corrupción y más irregularidades. Como si se tratara de una fiesta interminable en honor al cinismo. Y que al final, termina por ser descubierta. Como en el pasado, hoy la prensa vuelve a ser objeto de amenazas y muerte. Es cuestión de asomarse a los hechos recientes para entender el primitivismo de quienes no comulgan con la ventilación de hechos y vicios creados y fomentados por ellos mismos.

PRENSA: AMENAZA Y MUERTE.- En el estado de Veracruz, apareció muerta y torturada el martes pasado, la periodista de Nota Roja, Anabel Flores Salazar, tras ser plagiada en su propio domicilio por un grupo de hombres armados, la madruga del lunes. El gobernador priísta de aquella entidad, Javier Duarte Ochoa, acumula así, 17 periodistas asesinados en lo que va de su mandato. Una cifra espeluznante que debería obligarlo a comparecer no solo ante el Congreso federal a fin de promover su desafuero, sino ante la propia justicia. Pero al callar en torno a esos sangrientos y lamentables hechos, el propio presidente del país, Enrique Peña Nieto, envía mensajes muy claros en el sentido de que los tricolores lo protegen. Así como cerraron filas para presionar y lograr la liberación del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, quien fue detenido y encarcelado en España. El problema más delicado es que los demás partidos políticos se tornan cómplices de esa ignominia al seguirle el juego del silencio al presidente del país. Y la democracia mexicana se torna más frágil de lo que parece. Porque al crimen de la periodista veracruzana se sumó la agresión a golpes apenas ayer jueves, contra el periodista tabasqueño, Pedro Sala García, corresponsal del diario Tabasco Hoy. Dos sujetos entraron a su domicilio y lo golpearon salvajemente y frente a la esposa del comunicador, hasta dejarlo inconsciente. En el hospital al que fue trasladado, Sala García responsabilizó del ataque al ex alcalde priísta del municipio de Emiliano Zapata, José Armín Marín Sauri. Con este suman dos atentados en su contra. En ambos casos, la impunidad es la que se impone. A esos dos hechos lamentables y condenables se sumó en Guerrero, uno más: la amenaza verbal y de muerte proferida contra el corresponsal de la revista Proceso, Ezequiel Flores Contreras, por parte del ex diputado local perredista, Roger Arellano Sotelo. Grotescamente, este personaje se defiende argumentando que “no es el autor de la amenaza y que ni siquiera estaba en Chilpancingo” en el momento de la agresión. Pero la fotografía tomada oportunamente por un reportero dice lo contrario. Lo ubica dentro de su automóvil encarando al periodista. Ezequiel se ha limitado a realizar su trabajo reporteril y de investigación que hasta hoy, ha pisado muchos callos en la entidad. Sobre todo de aquellos personajes y políticos relacionados con el narco-poder. Lo peor es que dicho comportamiento, atípico para un personaje que se asume como de un partido político “de izquierda”, le pega con dureza a todo el PRD, pues las amenazas y muerte contra la prensa local provenían en el pasado, del PRI. A dicho escenario se suma la reciente recaptura del edil perredista de Cocula, Eric Ulises Ramírez Crespo, por el delito de delincuencia organizada. Y por supuesto, el dirigente estatal de ese partido, Celestino Cesáreo Guzmán, está obligado a fijar postura sobre esta amenaza contra el periodista. A ver si es cierto.

HOJEADAS DE PÁGINAS…El estilo de gobernar del edil municipal priísta de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena, se va identificando con el del exgobernador Zeferino Torreblanca Galindo. Es decir, escasos resultados y trato hostil hacia la prensa. El problema es que con ese absurdo estilo, Zeferino acabó su carrera política. Y Leyva Mena se encamina directo hacia un abismo similar. No proyecta límites para su deterioro.