SADYHEL ASTUDILLO

 

En nuestro día a día y en algunos casos sin que nos demos cuenta, recibimos entre 500 y 700 mensajes o impactos visuales sobre publicidad de distintos tipos. Quizá a la primera impresión parezcan demasiados, pero tomemos en cuenta que un impacto visual de publicidad, el más sencillo y repetitivo de todos es cuando  sacamos nuestro celular y vemos su marca, además de que al desbloquearlo aparece en nuestra pantalla principal el nombre de la compañía a la cual le rentamos el uso de nuestro tiempo aire, y sin darnos cuenta, en menos de 20 segundos recibidos dos mensajes publicitarios.

Ahora si sumando, cuando escuchamos la radio, cuando nuestros vecino sale a correr con chamarras que dicen en letras grande el nombre de la marca de la ropa, cuando vamos sobre la carretera y leemos el nombre de varias opciones de restaurantes y hoteles en los cuales podríamos comer y hospedarnos; al escuchar tonos de mensaje o llamada que son marca registrada de diferentes compañías, e increíblemente también cuando escuchamos frases que son mundialmente reconocidas además de contar con registro de marca como “me encanta”; entonces sumemos todos y quizá hoy en día hasta superamos los 700 impactos publicitarios al día.

Tomando en cuenta todo lo anterior, no es de sorprendernos cuando vemos marcas con nombre demasiado rebuscados, logos que parecen todo menos algo relacionado con el giro de la marca, comerciales o spots que lejos de incentivarte a comprar o adquirir lo que te ofrecen, te hacen pensar o decir: “ya no saben que inventar”. Una frase que en primera instancia nos hace pensar que quizá algunas personas o empresas no tienen iniciativa propia o nada mejor que hacer y optar por mejor lanzar productos y/o servicios que ya existen en lugar de inventar algo mejor o renovar la oferta del mercado, no obstante, esa frase guarda algo más en su significado.

Volvamos al hecho de que existen un sinfín de empresas, compañías, colectivos, sociedades, instituciones, etc., que actualmente se dedican a prestar algún servicio o la venta de algún tipo de bienes; primero deben de competir entre ellas para que su marca y la publicidad que se hacen sea la primera que llega a nuestra mente cuando requerimos un servicio que los involucre a ellos, en esos casos cuando pensamos en computadoras es más fácil recordar una manzana mordida que la unión de cuadros de colores; o al momento de comer algún antojo nos parezca más agradable hacerlo en un establecimiento que tiene una M con una sonrisa abajo simulando una cara feliz que en donde su logo simula ser un hamburguesa con una corona. Esas empresas están en “guerra” porque nosotros invirtamos en ellas y sus logos, spots y publicidad son sus mejores armas.

Pero ahora veamos un poco más abajo, cuando equipos y empresas nuevas quieren entrar a competir contra esos veteranos que ya llevan años de experiencia en la guerra de la publicidad ganando miles de millones de clientes alrededor del mundo, es ahí donde se pone a prueba la creatividad de estos novatos, algunos en el camino fácil imitan logos y nombres de las grandes compañías, pero estos a nuestros ojos serian simples copias o malas imitaciones del original y seria poco probable que decidiéramos arriesgarnos a consumirlo. Pero de entre tanto novatos pueden surgir promesas que le quiten su lugar a los grandes negocios, y en este caso muy concreto, un buen ejemplo es cierta compañía que te ofrece un catálogo de películas y series por internet a bajo costo en tu propia casa, esta compañía optó primero por ser secundaria de la ahora extinta BlockBuster, ellos lo rechazaron, y en menos de una década, Block se declaró en banca rota y el servicio de renta por internet se volvió un éxito enorme que ahora generó tendencia y varias compañías están comenzando a imitar.

Entonces tomemos este panorama como un reto, y si vamos a hacer algo nuevo no lo hagamos “a la ahí se va”, estudiemos al respecto de lo que queremos hacer, observemos a detalle el campo en cual queremos incursionar, las tendencias y las necesidades en la población consumidora, para que entremos con un servicio útil y que la gente decida comprar nuestros productos y además de eso nos recomiende con sus conocidos. No lo hagamos nada más por hacerlo, si no cuando las personas vean nuestro trabajo o producto solamente dirá: “ya no saben que inventar”.

 

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