* Repetir una mentira, hasta hacerla “verdad”

* Nestora miente: está presa por secuestradora

* Prensa activista, litiga a favor de delincuentes

 

JORGE VALDEZ REYCEN

 

Joshep Göebbels, el genio de la propaganda Nazi, creó la estrategia de “repite una mentira mil veces hasta convertirla en verdad”.

Repetir mil veces que Nestora Salgado es inocente y sometida a proceso penal por una “injusticia” o una “venganza política” no podrá ser jamás una verdad. Está bajo un proceso penal abierto por delitos de secuestro, terrorismo, uso de armas de fuego exclusivas de las fuerzas armadas en agravio de 15 personas acogidas a la Ley Federal de Protección a Víctimas del Delito.

La prensa activista que ha tomado en sus páginas la resolución de defensa mediática de quien fue detenida en flagrancia y recluida en un Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) por los delitos arriba anotados, no puede torcer la ley ni sembrar las dudas de una supuesta inocencia no demostrada fehacientemente en tribunales, sobre quien presuntamente incurrió en la comisión de delitos graves. (Esto lo definirá un juez, nadie más).

Aunque los periodistas que abrazaron con pasión y denodada convicción la defensa de la mujer oriunda de Olinalá, con doble nacionalidad norteamericana-mexicana, han faltado al rigor elemental del oficio informativo de entrevistar a la parte agraviada, ofendida y victimizada. No existen. Nunca los han buscado, no obstante que las 15 personas que acusan a Nestora viven con miedo, amenazadas y bajo el amparo de la Ley de Protección a Víctimas del Delito.

Esta parte oculta del proceso penal que se instruye a Nestora Salgado es lo que periodistas como Carmen Aristegui y Marta Lamas, entre otros, han soslayado a la luz de sus tribunas públicas. Por ello, han faltado al elemental rigor periodístico de sólo escuchar a la acusada y reproducir su versión, olvidando la parte acusadora que sí enfrentó en carne viva los excesos, abusos y delitos de un cuerpo parapoliciaco que tomó la ley en sus manos y a su entender “hizo justicia”.

Empero, no debe ser la función de periodistas enjuiciar, a través de los medios, la presunta inocencia o culpabilidad de Nestora Salgado, como ha sido recurrente en los últimos meses. Repetir, sin pruebas, que la comandanta está presa injustamente, es una falta de respeto a 15 personas que vivieron la peor de las pesadillas y aún sufren las secuelas psicológicas de los delitos de que fueron víctimas.

Cuando la prensa identificada con causas políticas o de activismo a ultranza asume ese tipo de funciones o actitudes, pierde seriedad, su intrínseco valor moral y de compromiso como ente informativo. Desvirtúa su esencia y pierde credibilidad. Este es el debate oculto que persiste entre periodistas. Y lo peor: no solo genera fuertes reclamos, sino que reproduce enconos y descalificativos mutuos entre quienes actúan sin anteponer sus filias proactivistas y los que sin rubor no esconden su activismo extraperiodístico.

La prensa tiene la obligación y compromiso con lectores, radioescuchas o televidentes de transmitir noticias con objetividad, veracidad y rapidez. La noticia es la materia prima.

Jamás la prensa sustituirá a los tribunales que imparten justicia. Quien lo piense está en otro mundo.

El periodista que se precie de construir una trayectoria de seriedad, profesionalismo, credibilidad y confianza con sus lectores, radioescuchas o televidentes debe ser muy estricto y disciplinado en informar con claridad, sencillez y objetividad los elementos de juicio que normen el criterio de quienes lo lean, escuchen o vean. Ese compromiso esencial es con la verdad, aunque duela y lacere… Nunca más repetir una mentira mil veces, hasta que la convierta en verdad, a pesar del genio Göebbels y sus émulos de mentiritas… Nos leemos mañana, SIN MEDIAS TINTAS.