Traten que no “panda el cúnico”

 

Felipe Victoria

 

Quizá recuerden que el primer presidente panista que tuvo México, por decisión mayoritaria en las urnas de los electores, fue Vicente Fox Quesada, a quien le encantaba ser coloquial al hablar y recurría con frecuencia a dicharachos populacheros que la gente festinaba, tras la seriedad excesiva de Ernesto Zedillo Ponce de León.

“No se apaniquen”, fue una de sus folclóricas expresiones, tal vez parafraseando al famoso y querido Roberto Gómez Bolaños en su inmortal personaje de ‘El Chapulín Colorado’, audaz y valiente pero tontuelo con el manejo de su “chipote chillón”, arrancando risas infantiles ante la televisión, pero cuyos dicharachos se integraron en el lenguaje popular hasta de los adultos.

Si Chilpancingo teme, en el Acapulco que quieren pintar color de rosa, no faltan quienes dicen recordando esos programas de Chespirito: ¿y ahora, quien podrá defendernos?

Lo primero que hacen nuestros políticos encumbrados y atolondrados, apabullados por la crudeza de la realidad verdadera que padece el pueblo, y no por la virtual y maquillada que les pintan sus ayudantes, es sin poder decirlo en voz alta, clamar por que viniera pronto a proteger a todos otro ‘Chapulín Colorado’ llamado Federación, como si con la presencia de sus uniformados disfrazados de robocops los maleantes se ahuyentaran, o quienes recibieron la consigna de asesinar personas para ajustar cuentas, fueran a dejar de hacerlo.

Simpático que en tanto se destinan y ocupan miles de policías y gendarmes federales dependientes de la Secretaría de Gobernación, para impedir vandalismo cetegista fuera de las instalaciones donde se examinaría a maestros, dentro del evento en operativo “caballito de Troya”, medio centenar de aparentes miembros del magisterio boicotearon la costosísima evaluación para constatar si, aunque sea, conocen el abecedario muchos de los que cobran como teachers-maestros.

Pero mientras eso sucedía por los elitistas rumbos de la zona Diamante, el puerto quedó más a merced de sicarios matando gente sin mayor dificultad, pues en el mágico Acapulco tan precioso  resulta más difícil desnudar a una borrachita, que matar y escapar, pues no hay patrullaje preventivo eficaz, eficiente ni suficiente, como aquí pues.

Claro, dicen que se coordinan esfuerzos de los tres niveles de gobierno para blindar la zona turística y dar así la impresión y sensación de seguridad a los visitantes; parece que subsiste algún pacto con las mañas para “que no se toque a la Costera”, o sea que ahí no ocurra nada lamentable, pero cuadras hacia adentro de la mancha urbana, poco parece importarles lo que suceda en el entorno de los residentes de Acapulco, donde los lacrosos operan sin temor a ser sorprendidos por la policía municipal, ahora en “paro anímico, ya que el real que preparaban se abortó con la muerte de  abogado Lemus Beltrán hace días.

De todos modos, la noticia de que partir del 2016 a la de a fuerza se instalarán los “mandos únicos estatales”, dio pretexto a centenares de alcaldes en México para desentenderse del control de sus corporaciones de seguridad pública, que pronto ya no serán contribuidoras a sus cajas chicas, entonces piensan aguantársela de a muertito algunas semanitas.

Pero el pueblo de a pie no conoce de algunas cosas ni las entendería; para los habitantes atemorizados y a punto de apanicarse, el responsable de cuanto pase bueno o malo es el presidente municipal.

Ciertamente que quizá el entusiasta Evodio Velázquez Aguirre no entró con el pie derecho a la alcaldía y le ha llovido en su milpita, con una cadena de muertes violentas de subordinados importantes, en las que los sabuesos de la Fiscalía General y el Ministerio Público apenas se entienden de las diligencias de levantamiento cadavérico, pues de investigar delitos y perseguir delincuentes parecen no tener la menor noción, ni ganas tampoco.

Mucho menos ahorita que se quedaron como burro sin mecate, con la dependencia virtualmente acéfala por la salida de Miguel Ángel Godínez y mientras el H. Congreso decide darle la Fiscalía a cualquiera de los de la terna que les propuso el gobernador Astudillo: Salvador Calleja, Rogelio Parra o Xavier Olea, ahorita Acapulco es jauja para la delincuencia organizada y ocasional.

No hace falta que nadie sugiera un toque de queda, el miedo es canijo y solitos los lugareños están limitando sus salidas de casa a deshoras; lo que les preocupa igual es que todo lo malo que por desgracia sucede, de inmediato se sabe a nivel nacional e internacional, y creen que eso pudiera disminuir la afluencia turística en la temporada de Navidad a Fin de Año, pese al atractivo maravilloso de la Gala Pirotécnica fascinante.

¿Acaso le pedirán tregua, pero a los medios para que se callen las cosas feas aunque sea estos días decembrinos? Mucho apreciarían su silencio y prudencia todos, pero como decía Don Porfirio Díaz y creo que también Vicente Fox, solo con hueso y carne en el hocico los perros no ladran ni muerden.

Quienes no andan enredados en el consumo de drogas ni en malos pasos prácticamente no tienen por qué temer, si acaso encomendarse a Dios para que no les toque una bala perdida o que los fueran a confundir los matones que andan sueltos. ¡No se apaniquen ni dejen que “panda el cúnico”!