Botitas de cartón

 

Por Chanssonier

 

Aun cuando Guerrero es una entidad montañosa, en la cual se podría practicar el alpinismo, este deporte que en otras partes del país está vivo aquí no; solamente en entidades del altiplano en donde existen volcanes nevados hay organizaciones de este género, en donde quienes lo practican conquistar las cimas, teniendo como premio la satisfacción de haberlo logrado.

En 1950 a iniciativa del joven Luis Montaño Olea, estudiante del Colegio del Estado, se formó un club de alpinistas cuyo fin era el escalamiento de las más alta montañas del centro del estado, fijándose como primera meta conquistar el Cerro del Toro, majestuosa elevación que está frente al pueblo de Cajelitos, dentro del municipio de Chilpancingo.

Para acometer el propósito los jóvenes no llevaban un equipo especial, iban con la ropa de uso diario; de anochecérseles en el trayecto solo llevaban cobijas para guarecerse del frío; solo algunos portaban reflectores para no salirse del camino, ya que los acantilados profundos podrían cobrar vidas.

En ese grupo liderado por Montaño Olea, iban entre otros Manuel Méndez, Genaro, Armando y Fernando Alarcón, Rómulo Vázquez Martínez, Adalberto Barrientos, Héctor Astudillo Bello, Félix J. López Romero y algunos otros más; como todos llevaban zapatos de uso diario, los que además les quedaban media vida, muchos en esa larga caminata terminaron su vida útil.

Los zapatos que portaba Héctor, en un tropiezo que sufrió se les arranaron las suelas, las cuales substituyó con cartones, los que le permitieron acabar la jornada. Por este suceso chusco todos acordamos decirle en lo sucesivo botitas de cartón. De allí en adelante ese apodo fue como un saludo entre él y yo. Con el correr de los años se tituló como licenciado en derecho; atraído por las tareas políticas ocupó cargos de elección popular. En el Distrito Federal fue diputado, además dirigente priísta en la delegación de Iztapalapa.

Cuando tenía un próspero futuro, una enfermedad del corazón le ocasionó la muerte. Es ahora su hijo Héctor quien ha continuado sus pasos en la política; precisamente este día en Acapulco, rendirá protesta como gobernador del estado, en sustitución de Rogelio Ortega Martínez que concluyó sus tareas.

Mucho se espera de las faenas que emprenda el nuevo mandatario, que llega al poder bajo los mejores augurios.

 

Desaparecen pabelloneros

 

El tiempo se ha llevado a numerosas gentes, las que por muchos años realizaron diversas actividades. Quienes cada día son menos en las calles con su producto son los pabelloneros, los que antes eran abundantes y en la actualidad son escasos.

Quienes llevaban a cabo esta tarea conducían el hielo en una carreterilla, en la que iban también las mieles de sabores. Su grito “pabellones chiquitos pero barrigones”, podía escucharse por diversos puntos de la ciudad. Ahora son los neveros quienes se han apoderado de la plaza, mientras que los otros de manera sigilosa han emprendido la partida para no volver jamás, porque su etapa de existencia ha terminado.

Así es la vida. Lo que hoy tiene gran demanda mañana desaparecerá como por encanto.