Isidro Bautista

 

Héctor Astudillo Flores deberá palomear hasta el último momento a sus posibles colaboradores, porque el gabinete será su principal carta de presentación.

Siempre es por ahí donde la sociedad cae en el encanto o decepción de un gobierno. Está harta de ver las mismas caras.

Astudillo resultó ser el mejor candidato para que el PRI recuperara en sus manos el Ejecutivo, tras más de diez años de haber estado encabezado por las izquierdas con Zeferino Torreblanca Galindo y Ángel Aguirre Rivero.

No dio motivos para que su campaña decayera en algún tramo. La acusación del crimen organizado, hecha por la perredista Beatriz Mojica Morga, no fue más que jugarreta política, con la intención de rebasarlo en la preferencia ciudadana, apoyada por el actual gobernador, Rogelio Ortega Martínez, y los miembros de su gabinete, todos y todas, desde secretarios de despacho hasta directores de área, muchos de ellos, por cierto, hoy no lo niegan.

Ahora todos esperan observarlo a él como único gobernador. No quiere la población ver más cogobiernos como el de Aguirre, con consecuencias que tienen a Guerrero convertido en terreno minado.

El electorado decidió sacudirse del PRD como gobierno por la figura de Astudillo, con la más fuerte esperanza de un cambio, de tener la seguridad de que no habrá más ayotzinapazos.

El gabinete tiene que ser intachable, y moverse como la máquina de un reloj, independientemente de que por el ejercicio vergonzoso del gobierno de Ortega, por razones tan visibles, se note la diferencia.

Por las declaraciones que ha vertido, después de su triunfo electoral, Astudillo ha inspirado confianza en que lo integrará más por capacidad que por compromisos políticos, porque de ello dependerá su futuro, sus buenos propósitos, sus buenos oficios.

Guerrero merece ya ser gobernado. Tiene que hacerlo con personajes no sólo que sean honestos sino que lo parezcan, y que no caigan en segundas fallas.

La sociedad no esperará un año para resultados. Está ansiosa de vislumbrarlos tan sólo con el hecho de ver las caras de los colaboradores, que obviamente le inspiren de inmediato confianza.

Requerirá de un equipo que realmente lo apoye las 24 horas del día. Ya no se vale en Guerrero llegar al gobierno para distraerse en campañas o en hacer candidaturas.

Astudillo tiene un gran reto, del que para nada desconoce. De su gabinete y su actuación dependerán no sólo el futuro de Guerrero sino el de él mismo, que puede convertirse ¿por qué no? en promesa nacional.

isidro_bautista@hotmail.com