¿Avisos intimidantes? 

 

Felipe Victoria

 

Héctor Antonio Astudillo Flores leyó el domingo aclaraciones relativas a la mala experiencia que sufrió el sábado por la noche, cuando cenaba pizza junto con su esposa Mercedes Calvo Elizundia y algunos colaboradores tras regresar de una gira.

La zona de la Costera Alemán donde ocurrió el hecho, que algunos quisieran ver como “aislado”, es de las privilegiadas en cuanto al patrullaje de los pavo reales de la Gendarmería, que en calidad de espantapájaros con disfraz de Robocop desfilan todo el día, como táctica disuasiva para infundir confianza a los turistas y se sientan o crean muy seguros.

Lamentablemente lo que se ve no se juzga y no hay más cera que la que arde; qué lástima que quienes hayan sido los que dispararon contra dos o tres negocios contiguos no fueran capturados de inmediato.

Nos preguntamos cuánto podrían tener grabado las camaritas de vigilancia de ese tramo de la Costera; supongo que las autoridades competentes habrán hecho lo propio para comenzar por ubicar e identificar el vehículo desde el cual se efectuaron los disparos.

Ojalá no salgan con que estaban fuera de servicio, como se acostumbraba tiempo atrás de parte de las narcomañas que inhibieron el funcionamiento del sistema de vigilancia electrónica.

Como sea el fiscal Miguel Ángel Godínez publicó dos retratos hablados de los posibles agresores.

Que estuviera en peligro el gobernador electo Héctor Astudillo a una semana de asumir el mando, no es para darle vuelta a la hoja así nada más, sino un hecho que debe esclarecerse totalmente si quieren evitar especulaciones que lógicamente brotan.

Me acordé de Tamaulipas cuando una semana antes de las elecciones acribillaron al médico Rodolfo Torre Cantú y nos les quedó de otra que sustituirlo con su hermano el ingeniero Egidio.

Por los tiempos que corren en una funesta eventualidad así, ¿a quién creen ustedes que el PRI pondría en calidad de gobernador provisional para convocar a nuevas elecciones? Como sea tendrán que dejar que transcurra un año y en noviembre del año entrante la situación pudiera ponerse álgida por esa tradición de tumbar gobernadores como sea.

Muy poca gente cree en las casualidades, ya no se chupa el dedo y por eso se imagina cosas; para nadie es un secreto que se pudiera estar presionando a Héctor Astudillo en la designación de quien será responsable de la Seguridad Pública estatal a partir del 27 de octubre próximo.

El desfile de jefazos improvisados o no idóneos en Seguridad Pública estatal y municipales se hizo costumbre a partir del arribo desafortunado de gobiernos perredistas.

A excepción hecha del General de División, Juan Heriberto Salinas Altés, durante el zeferinato, ninguno de los demás jefes efímeros dieron el ancho para poner en orden a sus tropas ni lograran que cumplieran su deber cabalmente los uniformados; el comando de policías municipales se convirtió en codiciado botín de mafias que se ponía a subasta; ¿eso ya cambió?, ¿para evitarlo se implantará el mando único?

Para nadie es un secreto lo que le sucede al flamante e impetuoso alcalde porteño Evodio Velázquez, en ese municipio sumido en la angustia de sus habitantes y por lo que ya piensa en tener que ordenar toque de queda, como virtualmente lo hiciera el alcalde interino José Luis Ávila allá por agosto de 2010.

Por más que quieran taparle el ojo al macho, lo que sucede en Acapulco trasciende al resto del país y del mundo, preocupante entonces que el gobernador electo no pueda darse el lujo de cenar tranquilo ni seguro, sintiendo un poco de lo que los demás guerrerenses padecen y andar con el Jesús en la boca, temiendo ser víctimas accidentales o por mera mala coincidencia en la racha de inseguridad pública.

Ocho días quedan en la cuenta regresiva hacia un cambio que tendrá que ser drástico en todos los órdenes, si Héctor Astudillo decide comenzar a demoler el círculo vicioso de la impunidad, obviamente las presiones sobre él son para que muchas cosas sigan igual, y su sueño de lograr orden y paz quede atrás.

-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿fue a la presentación del libro sobre José Francisco Ruiz Massieu en la Universidad Americana de Acapulco?

-Me moría de ganas, sobre todo para escuchar a Florencio Salazar Adame que lo acompañó hasta en el instante trágico de aquel 28 de septiembre de 1994, pero de plano que no pude trasladarme.

-¿Su prima Proculina sí fue?

-Creo que no, porque su viejo que estuvo tan cerca de Ruiz Massieu horas antes de la tragedia, anda ocupado en otras cosas muy reservadas de las que no te puedo ni debo platicar. De todos modos le tenemos respeto y estimación a ese exgobernador, del que Héctor Astudillo fue secretario particular un tiempo, cuando usaba bigote.

-Pues ojalá y sea tan enérgico como José Francisco que se trajo cortitos a los lucradores sociales izquierdosos.

-¡Shhh… cábrate cayona!, ves que los demonios andan sueltos y andan intimidando.