Sadyhel Astudillo

 

Quizá, tras leer el título de esta columna pensarás que esta versará sobre asuntos paranormales, avistamientos ovnis o seres de otra dimensión que pueden afectarnos; espero no decepcionarlo pero no será así, esta colaboración al igual que las de semanas anteriores trataré de abordar temas relacionados con la ciencia. Y si, como el título sugiere hablará de seres que siempre están con nosotros, que no podemos ver a simple vista o sentirlos pero que su sola presencia en nuestro cuerpo o a nuestro alrededor puede cambiar drásticamente nuestro estado de salud.

Hace muchos, muchos años atrás, ocurrió un suceso que todos recordaremos con la frase de “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”, el ser humano llegó a la luna. A partir de ese día comenzó un enorme ‘boom’ por el espacio, la astronomía y aeronáutica, comenzaban a sonar más en pláticas y como opciones de estudio. Por otro lado la charlatanería y las conspiraciones, en su mayoría sin fundamentos comenzaron a surgir, un ejemplo de ellos sigue vigente hoy en día, la astrología. Más recientemente, o pocos años atrás, se dio otro gran paso para la humanidad, pero esta vez el paso no lo dio un ser humano, lo dio un vehículo, en 2011 el Curiosity fue lanzado por la NASA hacia Marte, y ese ‘boom’ por el espacio volvió con más fuerza.

Todo lo mencionado en la párrafo anterior es debido a que, una de las preguntas que surge tras estos viajes a otro planeta es ¿Habrá vida fuera de la tierra? Y lo que el colectivo común piensa (principalmente gracias a películas de ciencia ficción o debido a modas pasajeras) es en seres humanoides de grandes ojos y cabezas desproporcionadas, comúnmente conocidos como Aliens o extraterrestres. Esto ha ocasionado que, cuando una persona escuche la palabra vida, inmediatamente lo relaciona con seres humanos, animales y si bien nos va, con insectos y/o plantas. Cuando ese racionamiento no puede estar más equivocado.

Debemos tener presente que, aunque el árbol no se pueda mover, está lleno de vida, aunque las frutas no tengan una nariz, respiran, aunque algunos animales no emitan sonidos perceptibles para nosotros, sienten y, aunque nos produzcan enfermedades y utilicemos medicamentos para combatirlos, las bacterias, los parásitos y los hongos también están vivos (abro el paréntesis para los virus ya que estos aún no se consideran seres vivos como tal).

Si por lo menos una vez en tu vida te has enfermado y acudido al médico, sabrás que ciertas enfermedades son transmitidas por microorganismos (mal llamados bichitos), estos aunque no lo podamos ver más que con ayuda de un microscopio, son seres vivos que al igual que nosotros llevan a cabo funciones necesarias para seguir subsistiendo; necesitan obtener energía por medio de “alimentos” como la glucosa, pueden reproducirse de distan maneras y crear descendencia y si son atacados por sustancias dañinas a ellos o no obtiene sus alimentos, perecen.

Erróneamente le hemos impuesto la etiqueta de microorganismos “malos”, alguno de estos seres para seguir viviendo necesitan “usarnos” para cumplir su ciclo de vida, y nosotros al defendernos de ellos, los asesinamos. Con lo mencionado no quiero decir que la próxima vez que nos enfermemos nos dejamos vencer por la enfermedad, ni mucho menos, mejor mantengámonos sanos y fuertes, bien alimentados y con buena salud, ya que también es cierto que para que nos enfermen estos microorganismos, nuestro cuerpo debe de tener sus defensas bajas y si estamos bien de nuestras defensas, nuestro organismos no lo resentirá y por lo tanto no estaremos en una lucha contras las enfermedades y estas bacterias y de seres se adaptaran y buscaran una manera diferente de seguir viviendo sin afectarnos. Si nos mantenemos sanos y alejados de sustancias dañinas o situaciones perjudiciales a nuestra salud, podremos generar un estado de paz con estos microrganismos.

Así que no se decepcionen o sorprendan si, el día que se encuentre vida en Marte o algún otro planeta, no sea un ser humanoide y verde y en su lugar traigan alguna bacteria, plancton o musgo. Tampoco hagamos menos o pensemos que somos superiores a otras formas de vida que no pueden expresarse de una manera visible para nosotros, lo importarte es saber respetar y compartir este pequeño planeta que habitamos.

 

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