¿Aviso a tiempo?…

 

Felipe Victoria

 

Marcar errores en el rumbo de funcionarios es colocarse de plano  en la lista de supuestos enemigos, o mínimo de los no simpatizantes.

La “clasificación” no depende de ellos, sino de sus ayudantes cercanos, que se me imaginan como en las cortes de los reyecitos feudales, cuando sus cortesanos eran envidiosos e intrigantes, prepotentes y arrogantes, además de petulantes y más delicaditos que sus majestades.

Como viles cofradías los blindan, aíslan e incomunican, dejándolos enterarse solamente de lo que a ellos conviene o que no afecte sus poco claros intereses como camarillas. Un pésimo sistemita que aleja a gobernantes de quienes de algún modo comunicamos ideas y opinamos del acontecer, o pretendemos proponer o sugerir soluciones viables a problemas comunes.

Hay cuestiones que solo se le pueden tratar en persona a quienes ostentan el poder y el mando; hacerlo con su equipo de asistentes, además de contraproducente es hasta peligroso en ocasiones, o por lo menos se roban la idea para darle su manita de gato y apropiársela sin respetar créditos.

A Evodio Velázquez Aguirre se le olvidó persignarse y entró con el pie izquierdo a la alcaldía de Acapulco, rodeado de un equipo que generó sospechas en lugar de confianza y más que gabinete, pareciera una pandilla o gavilla, por tan mala fama pública de algunos individuos; pero se entiende que no pudo él escoger a todos, sino que le impusieron a muchos.

No le ha ido bien sus primeros días y la inseguridad pública le revienta por más que los “maquillistas” quieran darnos atolito con el dedo a los azorados habitantes que tanto esperábamos de él; espero que lo dejen leer lo que se dice de su quehacer, en vez de darle tendenciosas interpretaciones.

No todo está perdido, leí lo que subió a redes sociales el lunes temprano un personaje político de izquierda, acrisolado superando adversidades.

Imagino que al abogado Alberto López Rosas, Evodio Velázquez sí le prestará atención. Transcribo lo señalado por el ex diputado federal, ex presidente municipal de Acapulco, ex funcionario y ex candidato a la gubernatura, porque lo que aparece en el Internet se  convierte del dominio público:

“No podemos vivir dos mundos; una es la realidad, la cruda realidad. La violencia está sembrando temor y desconcierto. Ninguna declaración oficial contrarresta la desconfianza y la incertidumbre. Nada restablece el ánimo de inversión, de trabajo, de productividad”.

“Como poder avanzar en medio de la violencia. La sociedad ya es rehén, está casi inmovilizada. Es indispensable llamarlos a que entre ellos hagan una tregua en bien de la Sociedad que mucho ha sufrido en los últimos 10 años, sin que pueda hacer una apreciación de la causa de la muerte de cada quien, sí es evidente que por Guerrero, por Acapulco, una tregua nos ayudaría a todos”,

“La economía se está secando. El ingreso familiar cada día disminuye. El Gobierno, en sus tres instancias, está superado. Comercios cerrados, casas abandonadas, un desempleo sin precedente. Los homicidios a nadie benefician, al final perdemos todos. Todo es confusión. Homicidios de políticos, empresarios, burócratas, ciudadanos comunes. Todas las muertes duelen. La tregua daría respiro, para estabilizar a la sociedad. Saludos”

Se oye duro, pero es menos rudo que la realidad que padecemos los acapulqueños, nosotros no venimos de vacaciones a disfrutar las muchas bellezas del Puerto y sus playas, sus sabrosas comidas, buenos tragos y aventuras románticas, diversión con la familia y fiestas en fin; nosotros estamos aquí en plena joda y casi sin tiempo para meternos al mar ni a las albercas, vamos menos que al día y hay que talonearle duro para que salgan los gastos elementales.

La tregua de que habla Alberto López Rosas sería acertada porque urge que aquí le bajen de espuma a su chocolate todos los que trastocan el orden y la paz con hechos violentos, o con las odiosas marchas y protestas tan frecuentes que pisotean los derechos de terceros y agravian nuestros derechos humanos elementales.

Lamentablemente hombres rudos y “soldados” del sistema ya desaparecieron, asesinados inclusive como el general Mario Arturo Acosta Chaparro Escápite, que fue quien ponía medio en orden y paz a los cárteles grandes, pero ahora cada lugarteniente menor echó a caminar sus gavillas y pandillas amafiadas con las policías municipales, el problema es mayor y algunos funcionarios responsables del área son miedosos o cómplices y por lo menos ineptos e improvisados.

No es con discursitos ni promesas como sacarán al buey de la barranca; urgen acciones viriles e inteligentes, la responsabilidad municipal es ineludible; los elementos federales vienen a desfilar, a pasear y a roer migajas abusando de su poder en la zona turística, pero los habitantes estamos jodidos y desprotegidos esperando milagros antes que tengamos ya que organizar escuadrones ciudadanos.

En Chilpancingo el panorama no es muy diferente para Marco Antonio Leyva Mena y ha estado muy calladito Pioquinto Damián Huato.