* CETEG y el cuento de nunca acabar

* ¿A quién le conviene la desestabilización?

* Magisterio disidente, sin apoyo social

 

JORGE VALDEZ REYCEN

 

Desde finales de los 80’s, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari pretendía descabezar el monopolio magisterial que heredó la maestra Elba Esther Gordillo Morales, de manos del “charro” sindical vitalicio, el potosino Carlos Jongitud Barrios. Ya lo había consumado con el sindicato petrolero, liderado por Joaquín Hernández Galicia, “La Quina” mediante el “quinazo” en Tamaulipas, a principios de su gobierno.

La estrategia contra Gordillo fue utilizar una expresión disidente al SNTE, o sea la CNTE, para vulnerar el poder de la profesora. No se escatimaron recursos para socavar ese imperio que, lejos de acabarlo lo afianzó e hizo poderosa a su lideresa, desafiante, bravucona, conocedora de las artes más ruines e invencible. “La Coordinadora –lo decía a todo pulmón— me la peló”.

Aquí en Guerrero, la CETEG era una minoría a finales de los 90’s, que pretendía algunas carteras por la fuerza cada renovación sindical de la Sección XIV del SNTE. O sea, una cuota de poder y santo remedio. Nunca pudo disputar al SNTE la mayoría para obtener el contrato colectivo de trabajo. La maestra Gordillo era la que quitaba y ponía a los títeres sindicales y pactaba con los gobernadores la designación de secretarios de Educación a modo y sin intromisiones a la vida interna.

Y claro que la CETEG se sometía, a regañadientes, pero aceptaba las dádivas y migajas dentro de ese paquete. No había de otra. El magisterio disidente era reactivo a cualquier expresión de inconformidad, sea cual fuere. El 12 de diciembre del 2011 se abrazaron a Ayotzinapa y lloraron a los dos estudiantes muertos en la autopista, como estandarte de su lucha.

La detención de Elba Esther Gordillo, al inicio del mandato de Enrique Peña Nieto, los replegó y luego la reforma educativa fue el detonante de otra movilización aventurera, sin soporte legal, ni apoyos del PRD. De allí parte en esencia, su frustración y resentimiento. Atrás quedaba su origen y destino. Se trepaba a otros estadios de confrontación, pugna, encono y violencia.

La CETEG desde el 26 de septiembre del 2014 se asió con inusitada pasión, irreductible, radical, de ultraviolencia por el Caso Iguala y los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. De sus viejos líderes cetegistas, los nuevos poco o nada saben. Hay discordias internas, como la pérdida de un destino inmediato, o su futuro como magisterio disidente. ¿Quo Vadis, CETEG?

La interrogante del sumario es abierta, sin destinatario. Y nadie podrá responder.

Lastimoso fue su pasado como CETEG, sometida al imperio caciquil Gordillista hasta la caída y encarcelamiento de la maestra. Los líderes cetegistas acumularon órdenes de aprehensión por un rosario de fechorías tipificadas en el Código Penal Federal y estatal que no se pueden extinguir, borrar o desaparecer por mero capricho o negociación. Tarde o temprano se ejecutarán los mandamientos judiciales de uno o varios jueces. Así lo dicta la ley y los ahora engallados, intocables, serán sometidos a proceso penal por delitos cometidos, no por una lucha social disfrazada de saqueos, quema de edificios de partidos políticos, palacio de gobierno, bloqueos carreteros, robo de vehículos, terrorismo, ataques a las vías de comunicación y otros ilícitos del fuero común y federal.

El magisterio disidente no tiene el apoyo de los maestros institucionales o “charros”, como peyorativamente les decían. Tampoco de la sociedad a la que afrentan con su violencia callejera. Son una expresión minúscula, reduccionista, marginal en la toma de decisiones que involucren al sector económico y productivo de la entidad.

Sería un error de cálculo para la CETEG y sus dirigentes prófugos de la justicia no tener un plan B de salida a su punto final de existir. ¿Regresar a las aulas? ¿Retomar la senda de alcanzar una mayoría que les pueda dar el contrato colectivo de trabajo en la sección sindical? ¿Seguirán perdidos en su delirante desafío a las leyes, obcecados en una lucha ajena, de la que se colgaron con alfileres?

Si, se tiene que acabar este cuento… ¿lo hará con un final digno?… Nos leemos SIN MEDIAS TINTAS.