Por R. SALGADO LEYVA

Después de más de 80 años de un periodo constitucional de No Reelección, el país se encuentra en uno de los momentos más críticos de su democracia. El 94% de los 500 diputados que conforman el Congreso de la Unión y 88 de los 120 senadores buscan lograr la continuidad en sus cargos por otros tres años más.

Aunque esta pretensión se encuentra dentro de los términos del artículo 59 de la Constitución General de la República, es una vergüenza para la historia y un insulto a los ciudadanos. Se les sorprendió con una reforma “legal” que parecía ocultar intenciones perversas para facilitar el oportunismo y los posicionamientos políticos de grupos y mafias dentro de los partidos políticos. Este fue un paso claro hacia el deterioro y retroceso de nuestra vida democrática, que abrió la puerta al funesto proceso de la reelección.

Este deterioro democrático se ve hoy en la ambición desmedida de 467 diputados federales y 88 senadores, con algunas excepciones, que buscan la perpetuidad en sus cargos. Algunos argumentan que esto podría ser un premio a su desempeño legislativo y una forma de lograr mayor profesionalismo en sus tareas. Sin embargo, muchos creen que es simplemente una ambición desmedida de seguir viviendo del fácil y productivo succionamiento de los presupuestos oficiales, creando oportunidades de servilismo y sumisión.

Los desagradables espectáculos que se exhiben diariamente en las sesiones parlamentarias, la pobreza en la manifestación de ideas, los vacíos discursivos y los arrebatos ofensivos en la confrontación de pensamientos, dan una impresión decepcionante de un escenario vulgar que no enorgullece a la nación y que desprestigia al país en el exterior.

La actitud sumisa y reprobable de los diputados federales al negarse a asignar recursos en el presupuesto para la reconstrucción y ayuda a los damnificados de Acapulco y varios municipios de Guerrero revela desprecio e insensibilidad. Es una postura lamentable y vergonzante que no merece ni un voto más.

El país no merece volver a transitar por las mismas vías parlamentarias de los últimos años, con iniciativas de ley caprichosas, de escaso valor social y con contenidos arrebatados y contradictorios. Los ciudadanos no deben ver restringidas sus libertades ni tolerar la pobreza en la producción de iniciativas de ley positivas. Tampoco deben tener representantes populares de baja calidad profesional, moral y parlamentaria.

La No Reelección debe ser la mayor fortaleza de nuestra democracia. Abolir el artículo 59 de la Constitución de la República debe ser la exigencia prioritaria de un país que reclama mayores libertades y no quiere retroceder en su democracia.

En junio de 2024, debemos acudir a las urnas pensando en la unidad y cohesión de todos los mexicanos, pero sobre todo, con la convicción del “Sufragio Efectivo, No Reelección”.