POR: R. SALGADO LEYVA

   Un estudio reciente realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) reveló cifras alarmantes y desalentadoras que dibujan la gravedad del nivel de pobreza que padece nuestra entidad.

   El revelador porcentaje de que el 60.4% de la población de Guerrero, es decir cerca de 2 millones 174 guerrerenses viven en situación de pobreza, significa que los indicadores de carencia social muestran terribles deterioros y de que a pesar de ligeras mejorías en algunos de ellos, la realidad arroja que seguimos en el cabús del desarrollo, en el segundo lugar después de Chiapas, en franca pobreza.

    En tanto, los mismos estudios revelan que el número de pobres a nivel nacional se redujo de 55.7 millones a 46.8, no así la pobreza extrema que se incrementó en 400 mil mexicanos más.

    Se confirma además, que la población vulnerable por carencias sociales aumentó de 23.7 al 29.4%. 

    Continúa informando el CONEVAL que 8.9 millones de mexicanos salieron de la pobreza en solo dos años, del 2020 al 2022, atribuyendo este fenómeno a las importantes remesas de nuestros paisanos en el extranjero, del incremento al salario mínimo y a los programas sociales.

   Independientemente de los “halagadores” porcentajes de mejoría, que se suponen tienen soportes técnicos y científicos suficientes, el optimismo no resulta del todo satisfactorio, pues según afirman analistas económicos los avances no resultan ser soportes sostenibles a medio y largo plazo, ya que se sustentan, algunos de ellos, en condiciones de temporalidad o de carácter circunstancial.

    Los preocupantes datos que registra nuestra entidad deben significar los puntos de atención hacia los cuales deben enfocarse las políticas públicas, que apunten directamente, con “tiros  de precisión”, hacia núcleos neurálgicos que permitan el real abatimiento de la pobreza.

No podrían alentarse manifestaciones festivas o de aplauso, en tanto cientos de miles de guerrerenses se mantengan anclados en diversas carencias:

·      De  Servicios Educativos carentes de amplia cobertura, ausentes de calidad y de que miles de guerrerenses se encuentren en franco rezago educativo.

·      De que existan poco más de un millón 700 mil personas con carencias significativas en materia de Salud; que no reciben atención del IMSS, del ISSSTE, del Ejército, de la Marina, de instancias privadas y de que prácticamente muchos de ellos acuden a los ineficientes servicios que se ofrecen en Hospitales y Centros de Salud, los que lamentablemente operan con graves limitaciones de materiales, insumos y medicamentos.

·      De que más de 900 mil familias con carencia de espacios de vivienda, con pisos de tierra, con techos y muros de materiales endebles y con lamentable hacinamiento.

·      De que más de un millón 941 mil guerrerenses se encuentren sin servicios básicos en su vivienda: agua, drenaje y electricidad.

·      De que un millón 133 mil habitantes no tengan acceso a una alimentación nutritiva y de calidad y quienes no logran en condiciones muy limitadas la adquisición suficiente de sus propios alimentos.

·      De que más de dos millones y medio de guerrerenses no tengan acceso a la seguridad social, que refiere a la población que trabaja sin la obtención de ninguna prestación laboral.

     La dolorosa y ancestral pobreza de Guerrero vuelve a manifestarse a través de las reveladoras cifras que nos ofrece el CONEVAL y que nos deben motivar profundamente al análisis y a la reflexión.

     Debe obligarnos también a no distraernos en confrontaciones inútiles, en diatribas que alimenten rencores y odios que atentan contra la frágil cohesión de los guerrerenses.

    Los mayúsculos problemas de Guerrero no admiten dilación ni fatuidad. Exigen firmeza, disciplina y responsabilidad.