Por R. Salgado L.

Las leyes reglamentarias que habrán de regular la operación y funcionamiento de la Educación, de acuerdo a las Reformas Constitucionales de los artículos 3°,31 y 73, han entrado a una fase delicada y de significativos riesgos que ponen en peligro la rectoría del Estado sobre este sector, ante la violenta amenaza de grupos de poder que se ufanan en mantener ganancias o privilegios a costa de envilecer al Sistema Educativo Nacional.

El 25 de abril del año en curso, fueron aprobadas las Reformas a los artículos referidos y el proceso transcurrió sin mayores dificultades, fueron fácilmente eliminados los criterios que generaban incomodidad y dieron paso a otros que simple y sencillamente no contienen diferencias sustanciales.

Se mantienen los postulados fundamentales del artículo 3°, se hace particular señalamiento al criterio de la Equidad y se excluyen  conceptos de Calidad por el de Excelencia; vuelven a refrendarse los conceptos de Educación Integral y se sigue ponderando al maestro como agente de Transformación Social.

Nada novedoso y de espectacular, los criterios abordados han sido parafraseo interminable en todas las etapas históricas de reformas y lamentablemente la educación nacional continúa sumida en un grave letargo que amenaza en convertirse en un pesado y esclerótico sistema.

Hasta el momento han quedado las reformas constitucionales solo como referentes de una supuesta y urgente innovación, y su estancamiento y parálisis ha sido evidente ante el intencionado retraso  de poder aprobar las leyes reglamentarias, las que serán en definitiva las que precisen con relativa objetividad los alcances o retrocesos del Esquema Educativo Nacional.

Es advertible que en el ánimo y perseverante propósito del señor presidente por consolidar la Cuarta Transformación, se exprese reiteradamente el interés de que la Inclusión y la Equidad sean puntales primarios en el proceso Educativo, sobre todo considerando que:

La 1ª Transformación, aportó la Libertad

La 2ª  Transformación,  aportó la Legalidad

La 3ª  Transformación, proclamó la Igualdad

La 4ª  Transformación, pretende impulsar el valor de la Equidad como vía de acceso al bienestar social.

A pesar de que pudieran existir sanos propósitos, el ambiente social es de preocupación, pues en tanto no existan definiciones contundentes sobre la orientación y rumbo de la Educación, continúan prevaleciendo delicadas interrogantes sobre asuntos que son fundamentales para el sano desarrollo del País.

Recuérdese que aún se mantiene vigente aquel cuestionado “memorándum” en el que el señor presidente acordó dejar sin efecto todos los asuntos relacionados con “la mal llamada Reforma Educativa”; en consecuencia, solo existen expresiones Constitucionales que no tendrán aplicación real en tanto no se definan con  objetividad y firmeza los nuevos criterios de las famosas “Leyes Reglamentarias”.

Se mantienen en la  incógnita:

Criterios para la Admisión, Promoción y Reconocimiento al Servicio Docente.

Los Procesos de Selección.

Permanencia en el Servicio.

Servicio de Carrera Profesional del Magisterio.

Mecanismos de Fortalecimiento a la Educación Normal.

Etc., Etc.

Independientemente de que los asuntos vitales de toda reforma, los que constituyen la columna vertebral; el Modelo Educativo, la Esencia Metodológica, los Contenidos de Aprendizaje, los Esquemas de Invariable exigencia como lo son los de la Evaluación Educativa, parecen estar ausentes de todo interés, de discusión y de rigurosa prevalencia.

Estas y muchas otras dudas flotan en el nebuloso ambiente de la Educación y no menos preocupante  el advertir, hasta donde  el Estado logra mantener con rigor y firmeza la Rectoría sobre la Educación o si sucumbe ante la insaciable ambición de los grupos de presión.

La Educación Nacional merece un mejor destino, para ello es exigencia vital desposeerla de toda Influencia sectaria, política o de cualquier otra índole y de evitar tenerla sujeta a los  incontrolables vaivenes sexenales.