Javier Cadena

Una de las características de la existencia de cada ser humano es la necesidad permanente que tiene de elegir.
En todo momento de la vida hay que elegir a alguien o algo, pero hay que tomar una opción.
Hay que elegir pareja, si se casa uno o no, si se procrean hijos, si se estudia algo, a la flor más bella del ejido, a la reina de la primavera, al rey del carnaval, al jefe de grupo, de familia, de manzana, a los legisladores, a los gobernantes, y al mismísimo presidente del país, y así hasta el infinito y más allá, tanto que hasta hay que elegir dónde se entierra al ser querido, o a uno mismo si se peca de precavido.
Por ello no sería descabellado afirmar que uno de los fuertes pilares que conforman el destino del ser humano es, primero, elegir, y, después, elegir, y así hasta el último suspiro.
Se elige a manera individual y colectiva, y, por tomar un ejemplo, a partir de 1940, año en que volvió famoso por la película “Ahí está el detalle”, Mario Moreno, mejor conocido como Cantinflas, fue elegido por cierto sector de la población como una opción ciudadana, no institucional, para escribir su nombre o su apelativo en la boleta electoral como muestra de que les gustaría que mejor el cómico asumiera el encargo popular sujeto a la elección del votante.
Este privilegio de ser elegido se acrecentó una década después al filmar “Si yo fuera diputado”, película en la cual le mostró al público elector, que él sería, aunque fuese en la ficción, un excelente representante popular, defensor de los desprotegidos.
Es más, hasta el gran Tony Camargo hizo posible que se escuchara en su momento esa inolvidable canción llamada “El partido por la mitad”, en la cual el compositor manifiesta su respeto a todos los electores, pero afirma que él tiene el partido político de su preferencia y para el cual pide el voto del ciudadano, cantando que este partido quiere a Cantinflas como presidente o gobernador.
Así nomás era la cosa en aquellos gloriosos días de cine y radio, y no es descabellado decir que aún hoy en día todavía alguno que otro ciudadano escribe el nombre del mimo en la boleta electoral.
Además, Cantinflas llegó a ser un personaje insustituible en la época dorada de las carpas y del arte cinematográfico.
Pero no sólo esto, también logró que se nombrara con su apelativo a ese estilo de hablar mucho y no decir nada y, además, enredar todo, y entonces “Cantinflear” se convirtió en el arte discursivo de muchos representantes de la clase política nacional, regional o local.
Pedro Granados en su libro “Carpas de México. Leyendas, anécdotas e historia del teatro popular”, comparte su versión de cómo Cantinflas adoptó esa divertida, en él, manera de hablar.
Dice el autor: “En la carpa Salón Rojo (ubicada en la esquina de Pedro Moreno y Santa María la Redonda, en la capital del país) había un timbalero al que apodaban El Golito, jamás supimos su nombre y tenía una forma peculiar de hablar, ya que al tratar de expresarse, soltaba palabras mal organizadas y en realidad no decía nada, pero hacía reír”.
Y el escritor comparte algún ejemplo del hablar de este timbalero.
Escribe: “Mire joven, uno llega ¿y para qué?, pues mejor no, y a lo mejor, pus ya estuvo y no hay para qué si al fin que, que, mejor ni le digo, pero ahí está el detalle. Bueno, pase una sura (peseta o veinte) pa’l pulmón (pulque)”.
Pedro Granados continúa recordando y dice que un día Cantinflas salió al escenario y que ese timbalero se puso a debatirle todo, lo que ocasionó las delicias del respetable, y que a partir de ese día el cómico “refina el estilo y triunfa en todo el mundo” cobrando 15 magníficos pesos al día, dinero que en ese entonces era una pequeña fortuna salarial.
Este 12 de agosto de 2019, Mario Moreno hubiese cumplido 108 años de edad, pero a decir verdad, Cantinflas sigue presente en el ánimo del mexicano por tres circunstancias: sus películas se proyectan por la televisión de una manera cotidiana, tiene infinidad de profesionales de la actuación que lo imitan en sus espectáculos, y su estilo de hablar mucho y no decir nada lo siguen utilizando los integrantes de la llamada clase política mexicana.
O como quien dice, o pues pa’qué digo o no digo, ¿o sí?