* 165 trabajadores del Congreso en paro
* Helguera: entre la miseria o generosidad
* ¿En puerta un estallido y crispación social?

Jorge VALDEZ REYCEN

La cerrazón y marcado desdén de Morena en el Congreso del Estado, podría desatar una fuerza laboral del sector burocrático de todas las secciones afiliadas al Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG) en solidaridad con los trabajadores en paro. Y ese hecho sentaría un precedente nacional negativo.
Y ojo: si la Federación de Sindicatos y Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) interviene y brinda su apoyo moral, solidario y total al movimiento sindical de 165 trabajadores del Poder Legislativo de Guerrero, provocaría un movimiento nacional sindicalista que al presidente Andrés Manuel López Obrador en nada agradaría.
Este tipo de escenarios políticos hipotéticos deberían plantearle sus asesores a Antonio Helguera Jiménez y Netzahualcóyotl Bustamante Santín, el primero como presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) y el otro como secretario de Servicios Financieros del Congreso local.
Lejos de vislumbrar lo que la ciencia política aconseja en el análisis sereno de frente a un diferendo por asuntos económicos, los actores principales optaron por un rompimiento y la descalificación de un movimiento por aumento salarial y prestaciones. El “librito” indica que el asunto no debe escalar a lo político, como ya sucedió por la ausencia de tacto y oficio político. La bilis hepática los lanzó al desprecio y al desdén, sólo alentados por una soberbia que raya en la estulticia.
Independiente de las voces que han cuestionado y condenado esa cerrazón, como la de Celestino Cesáreo Guzmán y Héctor Apreza Patrón, se advierte sutilmente en Toño Helguera y en su pagador que tratan de “cambiar el esquema de negociación” con la planta laboral sindical del Congreso de Guerrero. Es decir: no ir a la mesa de acuerdos bajo presión ni chantajes. Y eso es una interpretación del autor de este análisis, porque ellos no lo han dicho a los medios, así de claro.
Si fuera el caso, tienen el tiempo encima los representantes populares de Morena. No pueden seguir estirando la liga y apostando al desgaste de la lucha sindical de los trabajadores, que lo conforman en un 75 por ciento las mujeres.
Toño Helguera tiene que convencer ser el artífice del auténtico cambio soñado, anhelado, en el Congreso del Estado, donde esa clase laboral ha sido espoliada, y fue testigo del abismal y brutal derroche de recursos públicos en asuntos varios, hasta ridículos y frívolos, como para seguir guardando un código de secrecía, silencio y hasta complicidad. Esta frente a la fuerza laboral de uno de los Poderes del Estado, por si no se tiene la dimensión exacta de su condición contractual en términos de la ley.
Una salida populista que le redituaría simpatías, hasta muestras de reconocimiento y admiración sería no sólo admitir un incremento de 13 por ciento… sino ¡al 15 por ciento!… directo al salario.
¡Y se acaba el conflicto!
Empero, si continúa el escamoteo, la arrogancia, la displicencia y la ausencia de convicción de que sus trabajadores son sus aliados para revertir esos obsoletos esquemas de negociación, podría abrirse la puerta a ese movimiento laboral de fuerza incontenible, que se pondría a la vanguardia de posibles estallidos sociales por un obsesivo plan de austeridad, decretado a rajatabla, dando pie al desencanto y la crispación social.
Como se advierte, son varios escenarios de un mismo conflicto. La astucia y sagacidad son rasgos característicos de personas inteligentes. Lo opuesto son casos de miseria humana execrable.
Pueden seguir como judíos errantes, cambiando de sedes alternas, arrastrando una condena o pueden vestirse de paladines de un verdadero cambio de forma y fondo con sus trabajadores.
El desenlace está en breve.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.