En Tela de Juicio

Felipe Victoria

Pablo Amílcar Sandoval y Félix Salgado en guerra fría por la eventual candidatura morena; Manuel Añorve, Héctor Apreza, Mario Moreno y otros tricolores igual, pero con más civilidad; Alberto López Rosas insistente y como en caballo de hacienda Luis Walton, con dos posibles opciones.

Entre tantos “politólogos” y augures de cafetería y en la radio pasillo se escuchan distintas versiones de acontecimientos hipotéticos, que plantean sucesos tan sorpresivos como indeseables y casi inverosímiles.

Nadie, por más que quisiera, olvida las tragedias políticas sucedidas por la masacre del vado de Aguas Blancas en Coyuca de Benítez a Rubén Figueroa Alcocer, ni la salida anticipada de Ángel Aguirre Rivero, en octubre de 2014, por consecuencia de la narcoguerra entre los cartelitos de ‘Los Rojos’ contra ‘Guerreros Unidos’, escarmentando a estudiantes normalistas de Ayotzinapa metidos a vándalos y ladrones de drogas opiáceas en Iguala.

El engrudo se les hizo bolas por desviar la atención hacia el destino inmediato, no tan incierto, de los jóvenes utilizados de carne de cañón que terminaron dando por “desaparecidos”, pese a su presumible y evidente tortura y ejecución, legalmente casi probada por las pesquisas de la PGR que regenteaba Jesús Murillo Karam, cuyo error fue confundir los términos “verdad legal” con “verdad histórica”, que obviamente impugnaron los lucradores de desgracias ajenas, para chantajear al entonces presidente Peña Nieto y joder al gobernador Aguirre Rivero quitándole la chamba.

¿Cuántos millones de pesos se han dilapidado en el gran embuste de buscar “vivos” a fantasmas calcinados, pagando disque expertos extranjeros, que un año después confirmaron lo que unos pocos columnistas revelamos desde finales de septiembre de 2014?

¿Por qué el disimulo hacia las investigaciones previas que ya tenía la DEA sobre la exportación de drogas de Iguala hasta Chicago y la cadena de peluquerías Acapulco en territorio del Tío Sam, o las misteriosas cajitas de Olinalá envueltas para regalo pero rellenas de sustancias?

Según autoridades y agencias norteamericanas, el tráfico de heroína representa miles de millones de dólares anuales, que alcanzan para comprar muchas conciencias de servidores públicos de trinchera, jefazos y políticos renombrados convertidos en intocables caciques,

Al parecer, desde septiembre de 2014 no ha dejado de exportarse goma de opio y heroína, por el contrario, los volúmenes crecieron por el desabasto en los USA a causa de la guerra en Afganistán.

Bien cuentan que míster Barack Obama llegó a reclamar en enero de 2015, que les estaban surtiendo “black tear” que provocaba muerte de adictos y condicionó la importación exigiendo más pureza del producto, business are business.

Marchas y protestas por todas partes y hasta en Europa, paseando a los padres de los estudiantes para molestar a Peña Nieto en sus aristocráticas giras, pero ¿quiénes han costeado los escandalitos además de fundaciones extranjeras?

Las primeras indemnizaciones ofrecidas por el gobierno guerrerense fueron despreciadas, los manejadores de los padres de las víctimas quieren muchísimo más para dejar las cosas por la paz.

Ingenuas recompensas ofrecidas que sumaron el millón y medio y movilizaciones de burócratas para buscar casa por casa a los “desaparecidos” fue una faramalla, pero algún funcionario menor se ganó su comisión en la maquila de camisetas alusivas a la inédita búsqueda.

A Peña Nieto como que le valió madres irse cargando el estigma de Ayotzinapa, sabedor de que fue ajeno al crimen colectivo y el que se quedó con la injusta carga fue Aguirre Rivero, inocente igual de la tragedia, pero responsable del torpe manejo posterior del asunto meramente policiaco, que no fue de ninguna manera un crimen de Estado, sino un feroz ajuste cuentas entre cartelitos que se excedieron en el escarmiento cuando mandaron recuperar la valiosa mercancía que transportaría un autobús de pasajeros aquel 26 de septiembre de 2014.

Puntilloso y escrupuloso que es el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, se dio a la tarea de revisar todo lo actuado por las procuradurías en una oficina especial en Iguala a cargo de Trinidad Larrieta, cuyos miembros ni siquiera podían dormir confiados en esa ciudad.

Libres de nexos apuntaron su escrutinio a donde debió haberse ido desde el principio:

¿De quién o quienes era la mercancía robada por los normalistas utilizados de carne de cañón?, ¿quién ordenó a policías y miembros del ejército recuperar el embarque a como diera lugar?, ¿quién o quiénes eran los dueños del autobús cargado?

El informe rendido por la CNDH a finales de noviembre, antes que dejara el poder Peña Nieto, daba cuenta de esos enigmas, pero sin poder señalar nombres impronunciables de personajes intocables en Guerrero. De parte de Luis Raúl González Pérez misión casi cumplida porque tenía que ver por su vida.

Lo primero que hizo el nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador en diciembre, fue decretar la creación de una Comisión Especial para reinvestigar todo a partir de ceros, encomendándola al subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, pero poco o nada se ha sabido de ningún avance y AMLO el jueves en Iguala refrendó el cuento.

Este México herido por la costumbre de dar o vender impunidad, simulando y disimulando para no hacer lo debido y a tiempo, tolerando la corrupción.

Triste y contrariado desde donde esté el espíritu de Don Benito Pablo Juárez García, porque el Estado de Derecho sigue siendo el gran olvidado.