* El obispo Salvador Rangel encabezó a unas 500 personas que salieron del parque Margarita Maza de Juárez al Zócalo de la ciudad

ALONDRA GARCÍA

Alrededor de 500 personas, entre católicos y miembros de organizaciones sociales, marcharon en Chilpancingo para exigir que se ponga un freno a la violencia provocada por la confrontación entre grupos delictivos en diversas partes de Guerrero.
Los manifestantes vistieron de blanco y portaron globos del mismo color. También mostraron pancartas con mensajes a favor de la paz. Otros más utilizaron pañuelos en color azul celeste para apoyar la vida desde la concepción.
La movilización se realizó de manera pacífica, con música y con la participación de los danzantes tlacololeros.
Al frente de la marcha estuvo el obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza.
También participaron la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), el colectivo de Familiares de Desaparecidos y Asesinados ‘Justicia para las Víctimas’, la viuda del diputado local Armando Chavarría Barrera y hasta normalistas de Ayotzinapa.
A la movilización se sumaron también las organizaciones que integran el Frente Guerrero por Nuestros Desaparecidos, entre ellas el Centro de Derechos de las Víctimas de Violencia Minerva Bello; el Centro de Estudios Ecuménicos, el Centro Morelos y la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (Afadem).
La marcha comenzó a las 11 de la mañana. Partió del parque Margarita Maza de Juárez, al norte de la ciudad; avanzó por la avenida Insurgentes y luego se incorporó a la Ignacio Ramírez, hasta llegar al zócalo de la ciudad, donde realizaron un mitin.
En entrevista al término del evento, el obispo Rangel Mendoza ofreció una entrevista a medios de comunicación, en la que explicó los motivos de la movilización.
“Quisimos poner nuestro granito de arena en favor de la paz. Sabemos lo que está pasando, la inestabilidad, la inseguridad, la impunidad y sobre todo los asesinatos y secuestros. Con esta marcha queremos llamar la atención de las personas, decirles que vale la pena valorar la paz, que es un gozo que se nos ha regalado, un elemento indispensable para tener progreso”, expuso.
Pero principalmente, dijo que trataron de “llamar la atención a todas aquellas personas que están hiriendo la paz con actos inconvenientes”, para que dejen el camino de la delincuencia.
El prelado también lamentó la situación que viven decenas de familias desplazadas en los municipios de Leonardo Bravo, Teloloapan y Zitlala, pues advirtió que están siendo violados sus derechos fundamentales.
Asimismo, Rangel Mendoza fijó postura sobre el conflicto que se vive en la sierra de Leonardo Bravo, donde un grupo de hombres armados que se asumen como policías comunitarias tomaron el control de los pueblos y provocaron el desplazamiento de cientos de personas desde noviembre del año pasado.
Afirmó que está dispuesto a hablar con el grupo armado de Tlacotepec para lograr la pacificación de la zona, pero que no ha encontrado disposición, sino que por el contrario lo acusaron de “ser parcial” y apoyar al grupo contrario e incluso amenazaron con someterlo a “reeducación” si va a la Sierra.
“Quiero que quede claro que lo que no apoyamos es la injusticia, el que se desplace a las personas. No es que estemos apoyando a un grupo o a otro, porque a ellos mismos les consta que hasta con sus jefes yo he platicado”, afirmó.
Añadió que los civiles armados de Tlacotepec que irrumpieron en Filo de Caballo desde noviembre del año pasado “están molestos porque yo dije dos grandes verdades, que muchas veces estos llamados policías comunitarios están al servicio del crimen organizado y que no estaba de acuerdo en esa injusticia que estaban haciendo, de desplazar a ancianos, mujeres embarazadas, mujeres con niños, venir bajando la sierra en la noche y que en estos tiempos de frío estén viviendo casi a la intemperie”, expuso el obispo.
A pesar de la advertencia de reeducación, el prelado dijo que no ha dejado de “enviar mensajeros” para hablar con el grupo armado de Tlacotepec, pero no ha recibido “una invitación clara de su parte”.