* En su primer discurso ante la nación, el mandatario aceptó estar “consciente de la gran expectativa que tienen los mexicanos”, y adelantó que acabará con 36 años de políticas económicas neoliberales, porque “han sido un desastre” para el país
REDACCIÓN
CIUDAD DE MÉXICO.— Andrés Manuel López Obrador se convirtió en presidente de la República este sábado a las 11.20 de la mañana y en su primer discurso ante la nación afirmó que “no tengo derecho a fallarle al pueblo de México”, porque “soy consciente de la gran expectativa que tienen los mexicanos”, y adelantó que su gobierno acabará con 36 años de políticas económicas neoliberales, porque “han sido un desastre” para el país.
También destacó que erradicará la corrupción, porque “nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y la minoría que ha lucrado con el influyentismo”, aunque ofreció que para los corruptos no habrá persecución y castigo en su gobierno.
“Esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie porque no apostamos al circo ni a la simulación. Si abrimos expedientes, nos dedicaríamos a buscar chivos expiatorios: tendríamos que empezar por los de mero arriba en el sector público y privado. No habría juzgados ni cárceles suficientes. Meteríamos al país en una dinámica de fractura”, dijo el presidente.
López Obrador afirmó que con su llegada a la Presidencia “no inicia un cambio de gobierno”, sino “un cambio de régimen político; una transformación política y ordenada, pero al mismo tiempo pacífica y radical”, siguió.
En ese sentido se autoproclamó protagonista e impulsor de la Cuarta Transformación de México, equiparable con la Independencia de México, en la “que se luchó por abolir la esclavitud y alcanzar la soberanía”; con la Reforma, con la que se estableció el predominio “del poder civil y restauró la República”; y con la Revolución, en la que “se luchó por la justicia y la democracia”.
Al ahora expresidente Enrique Peña Nieto, el tabasqueño le agradeció y reconoció el que no hubiera intervenido, “como hicieron otros presidentes”, en las elecciones de julio pasado, porque “hemos padecido ese atropello antidemocrático” en los comicios de 2006 y 2012.
Durante el discurso del nuevo presidente, la bancada de legisladores del Partido Acción Nacional (PAN) sorprendentemente comenzó a hacer un conteo del 1 al 43, en memoria de los estudiantes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa en septiembre de 2014 en Iguala, mientras que legisladores de otros partidos mostraron mensajes que pedían enjuiciar a Enrique Peña Nieto.
López Obrador también se refirió a su propuesta de crear una Guardia Nacional, un cuerpo conformado por militares y marinos que ayudarán a pacificar al país, y justificó su decisión —contraria a su compromiso de que en su gobierno los militares regresarían a sus cuarteles— con el argumento de que “no tenemos policías para cuidar a los ciudadanos”.
“Es un tema polémico, pero tengo el derecho de expresar mi punto de vista”, dijo ya como comandante en jefe de las fuerzas armadas, y enseguida realizó una férrea defensa del Ejército, que junto con la Armada, han sido los encargados de encabezar la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada desde hace 12 años que ha dejado más de 250 mil muertos en el país.
“El Ejército nunca ha dado un golpe de Estado a una autoridad civil. Se ha nutrido del pueblo raso, es pueblo uniformado… En México no se sabe de militares que formen parte de la oligarquía y tiene el respaldo de la opinión pública”, defendió López Obrador.
El presidente también aseguró que en su gobierno no habrá necesidad de incrementar impuestos para tener recursos que le permitan cumplir con sus compromisos de campaña, además que tampoco “aumentarán los precios de los combustibles más allá de la inflación”.
Y explicó que cuando termine de construirse una nueva refinería en Tabasco y se rehabiliten las otras seis, bajarán los precios de las gasolinas y combustibles, porque la reforma energética que impulsó el gobierno de Peña Nieto ha resultado un rotundo fracaso.
Y ante los gritos de legisladores panistas que le exigían que cumpla su promesa de quitar los impuestos especiales que se aplican a la gasolina, López Obrador respondió con sarcasmo que “ahora resulta que los que aumentaron el precio de la gasolina piden que baje. Me comprometo responsablemente que pronto, muy pronto, cuando termine la refinería y se rehabiliten seis refinerías, va a bajar el precio de todos los combustibles”.
Añadió que “tampoco, que se oiga bien y lejos, vamos a endeudar al país, pues cuando terminó el sexenio de Vicente Fox, la deuda pública era de 1.7 billones; cuando dejó el gobierno de Felipe Calderón la deuda aumentó a 5.2 billones, más de 200%, y en esos dos sexenios fue cuando se recibió más dinero por la venta del petróleo y todo se derrochó y se fue por el caño de la corrupción”.
López Obrador sostuvo que la deuda es de 10 billones de pesos y nada más para pagar el servicio de esa enorme deuda, el próximo año tenemos que destinar del presupuesto 800 mil millones de pesos. “Por eso ya no va aumentar la deuda pública, es un compromiso. No gastaremos más de lo que ingrese a la hacienda pública”.
Dijo a los inversionistas y empresarios que “se respetarán los contratos de los gobiernos anteriores, pero ya no habrá más influyentismo ni corrupción con empresas particulares”, aunque enseguida aclaró que “las inversiones nacionales y extranjeras estarán seguras y se crearán condiciones para obtener buenos rendimientos, habrá confianza, se respetará la autonomía del Banco de México”, al que pronto llegará el economista Gerardo Esquivel, un hombre muy cercano al presidente.