* Violencia y locura magisterial
* A sillazos y botellazos, tuenan foro
* CETEG: la sinrazón no quiere nada

Jorge VALDEZ REYCEN

Es de locura. La Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) expresión del magisterio disidente, violento y retrógrada a la Reforma Educativa vigente, volvió a esgrimir lo único que ha sido su argumento de “lucha”: la violencia.
Sin presentarse a foros de discusión para hacer uso de tribunas donde posicionar su vehemencia contra reformista, los seguidores de una minoría disidente han sido obcecados en utilizar la fuerza violenta para hacerse notar y reventar cualquier intento de organización, discusión y expresiones de entendimiento a través del diálogo.
¿Qué es eso para rufianes?
Guerrero ha sido terreno fértil para un puñado de líderes espurios, divididos, confrontados por sus intereses mercenarios de encabezar la CETEG como punta de lanza en la conformación de un bloque antisistémico para todo lo que sea contra el gobierno. Han usado banderías políticas de otros movimientos, como los 43 normalistas desaparecidos para sacar raja política, mediante la toma recurrente de casetas de peaje, cuyo dinero se embolsan y no rinden cuentas en qué.
Durante años, duermen el sueño de la impunidad decenas de órdenes de aprehensión contra los principales cabecillas de la CETEG que han acumulado delitos del orden federal y del fuero común, documentados con evidencias, sin que las autoridades federales y estatales hayan molestado a quienes quemaron edificios públicos, sedes de partidos políticos, el propio Palacio de Gobierno y no hay ni uno solo en prisión, ni sujeto a proceso penal.
Así de laxa es la justicia. Así de impunes son estos delincuentes que se escudan en el magisterio “de lucha”. Ya es imposible hacer uso del derecho de reunión de un Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para discutir en un foro abierto las condiciones para revertir una reforma educativa y adecuarla a las circunstancias de cada entidad, puesto que no es lo mismo aplicar la misma reforma en Nuevo León que en Guerrero.
Para la CETEG y sus violentos esbirros, las condiciones de debatir, razonar, dialogar, han sido canceladas. El rostro de la intolerancia y el fascismo impide que maestros se reúnan para intercambiar opiniones, criterios, posturas que en la democracia serían normales.
El rompimiento del orden legal, la locura de apedrear, lanzar sillas, botellas de agua y agredir a quienes no predican la violencia en ninguna de sus asignaturas ante grupos docentes, fue el mejor argumento urdido por quienes ya no tienen palabras, sólo el uso de la fuerza y de un grupito de mercenarios golpeadores, porros, pues.
Ante este escenario recurrente, desde hace más de una década, no hay ni uno solo, de los sedicentes maestros, enfrentando la ley ante tribunales. Viven la impunidad a sus anchas. Gozan de una libertad comprometida por su vandalismo. Usurpan una profesión magisterial como patente de corso a sus bestialidades. ¿Acaso serán parte de un juego de intereses bastardos?
La violencia que los distingue y exhibe como delincuentes prófugos al magisterio disidente de la CETEG volvió a evidenciar a una nula policía municipal, la ausencia de protocolos de actuación ante disturbios y motines, pero además, la demorada investigación de la autoridad persecutoria de ilícitos que sirve para dos cosas: para nada… y para lo mismo.
Señoras y señores, estamos frente a golpeadores que usan el membrete de “maestros” para imponer sus condiciones. Es una minoría que no representa a la mayoría. Es un grupo faccioso, fascista y violento que opera impunemente. ¿Qué sigue, entonces? ¿Hasta cuándo?
P.D.- El próximo secretario de Educación del gobierno de AMLO, Esteban Moctezuma Barragán, sufrió en carne propia el miedo provocado por estos rufianes. ¿Le dirá a su jefe con quiénes van a lidiar a partir del 1 de diciembre?
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.