* La seguridad, en vilo en Guerrero
* Astudillo pedirá a AMLO opinión
* Chilpancingo y Acapulco, sin jefes

Jorge VALDEZ REYCEN

Este mediodía, Andrés Manuel López Obrador llegará a Acapulco. Los primeros acuerdos que sostendrá serán con el gobernador Héctor Astudillo Flores, quien estará acompañado por 12 secretarios del gabinete estatal y los altos mandos militares y navales que conforman el Grupo de Coordinación Guerrero.
Sin dobleces, el tema de la inseguridad será el tema toral de la agenda. Astudillo informará a AMLO que en Acapulco y Chilpancingo aún no se han designado a titulares de las Secretarías de Seguridad Pública. En ambos municipios, por primera vez en la historia, sus policías fueron desarmados, acuartelados y sujetos de una revisión de armamento en la licencia colectiva 110. Su gobierno no tiene aún titular de Seguridad Pública, está un mando encargado de despacho.
La expectativa altísima generada en el gobierno electo del próximo presidente Andrés Manuel López Obrador se traduce precisamente en irle a consultar, pedir su opinión y hasta sugerirle si tiene en mente algún plan que enriquezca la estrategia de contención a la incidencia criminal.
Guerrero es un asunto de seguridad nacional. Está visto y comprobado. Lo ocurrido el pasado 25 de septiembre en Acapulco, cuatro días antes de entrar en funciones la administración de Adela Román Ocampo, el GCG intervino en la Secretaría de Seguridad Pública y hasta se ejecutaron dos órdenes de aprehensión. Además, se registró la renuncia del secretario Max Sedano Romano, se detectaron “aviadores” y la inasistencia de casi una docena de policías a sus puestos.
Por supuesto, la responsabilidad es del exalcalde Jesús Evodio Velázquez Aguirre, a quien el GCG le impuso un ultimátum de 72 horas para que se devolvieran 342 armas de fuego desaparecidas.
Extraoficialmente se le entregaría al presidente electo este miércoles un pormenorizado informe de los que llaman “Top Secret” –el mismo que tuvo en sus manos el presidente Enrique Peña Nieto, pero ahora más actualizado—, acerca del comportamiento de las bandas criminales, los principales objetivos más buscados, los cárteles que operan en Guerrero por regiones, los que asuelan en Acapulco y Chilpancingo. En fin, un dossier completo del balance sobre la inseguridad.
La intención es lograr mayores niveles de confianza, coordinación y eficacia en la lucha contra quienes han puesto en jaque la gobernabilidad, la inversión pública y privada del turismo, la inseguridad en escuelas que son vigiladas por tropas militares y los delitos de extorsión, cobro de piso, secuestro y homicidio doloso.
El gobernador Astudillo tendrá la cortesía con el próximo jefe del Ejecutivo federal de informarle con precisión el estado que guarda la entidad en esa materia que mantiene con fuertes jaquecas a los integrantes del GCG.
También tendrá la obligación y responsabilidad de decirle a AMLO lo que se ha logrado en este combate y las estrategias adoptadas. La intención es escucharlo, ver sus reacciones, incluso atender sus sugerencias, mismas que serán instrucciones, a partir del primero de diciembre próximo.
Astudillo ha sostenido varios acuerdos con el presidente AMLO en los últimos tres meses. En esos encuentros, ha permeado la cortesía y cordialidad, sin rispidez.
No será casual el operativo de seguridad montado para la visita del presidente electo. Claro que obedece a un estado de cosas preocupantes y serias. Y así se deben tomar, sin frivolidades ni estridencias.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.