Con información de Televisa News

En la sierra, en la zona del Filo Mayor sembrar maíz no es negocio. Allá, hombres y mujeres que se hacen llamar amapoleros, se mantienen pendientes de la despenalización de la siembra y cosecha de la amapola, su fuente de trabajo.
El llamado Filo Mayor, es la región de mayor producción de amapola y marihuana, la región más alta y apartada de la sierra de Guerrero.
–¿Y usted desde cuándo siembra? –se le pregunta a un hombre que se niega a dar su nombre y no deja que se le tomen fotografías de su rostro.
–Yo creo que empecé pues de unos 12 años… empecé a andar así pues con alguien que ya sabía. De 12 años yo creo.
Otro amapolero y marihuanero dice:
“Pues aquí regularmente siembra uno lo que es los enervantes, lo que es la amapola, la marihuana. Pues no hay otra salida, no hay otra alternativa… solamente sembrar esto… es la única forma que puede tener uno recursos”.
El maíz no es negocio. La propuesta de despenalizar las drogas está visibilizando la verdadera dimensión de la producción de enervantes en la sierra de Guerrero. Antes era un tema tabú, un secreto a voces y pocos se atrevían a hablar de él. Ahora muchos, demasiados, están hablando del tema, y algunos hasta están reconociendo que son productores de amapola y/o marihuana.
Humberto Nava Reyna, presidente del Consejo Supremo de los Pueblos del Filo Mayor, explica:
“En 40 años la economía de los sierreños ha sido la amapola, la siembra de la amapola, la siembra de la marihuana”.
“Toda (la gente de) la Sierra se dedica al narcotráfico, porque no hay otra economía”, agrega Humberto Nava.
La cifra de productores de enervantes que ha revelado el Consejo Supremo de los Pueblos del Filo Mayor es impresionante: 50 mil amapoleros y marihuaneros sólo en esta región, la que se conoce como el Filo Mayor.
En este lugar las amapolas comenzaron a crecer por cientos. En noviembre, todas las laderas se llenarán de flores de colores, como en esta imagen que los amapoleros compartieron. Son las plantas de la cosecha pasada, las que ya rayaron para extraer la goma de opio.
“Se raya a esta hora como hasta las 2 de la tarde y ya la dejas hasta el día siguiente, ya le vas, le caes tempranito a juntar con este bote”, dice un amapolero.
Para juntar la goma las cuatrimotos son vehículos indispensables en el Filo Mayor. Es la única forma de moverse por estos bosques, laderas y caminos olvidados, por donde no pasa nadie, sólo ellos, los amapoleros, los mariguaneros, que en esta zona han conformardo un sistema de vigilancia y protección.
“Entre los mismos campesinos aquí unos se cuidan, uno con otro”, dice un amapolero.
“Se avisa uno por radio. Cuando llega el gobierno, por ejemplo, llega a un pobladito y ya te avisan y ya tienes tiempo de salirte de ahí”.
La fe de estos hombres y sus familias está en una sola palabra: despenalización. La ven como la posibilidad de un cambio que les puede traer beneficios en muchos sentidos y poner fin a la persecución, a la violencia.
“Pues yo oigo bonito ese proyecto que me gustaría que sí se diera”, dice un marihuanero y amapolero.
“Nos tachan de criminales, de malas personas pero no, no somos delincuentes”, dice un amapolero.
“Nos dedicamos a esto porque no hay otra forma de vida”
Dieciocho países cultivan amapola de manera lícita. Cincuenta, entre ellos México, lo hacen de forma ilegal, según la Organización de Naciones Unidas (ONU).