Alejandro Mendoza
Durante miles de años, grandes filósofos han especulado y discutido acerca del sentido de la vida. La filosofía es un tema importante y tiene su utilidad, pero cuando hay que definir el sentido de la vida, aun los filósofos más sabios, especulan.
El Dr. Hugh Moorhead, profesor de la filosofía de la Universidad Northeastern de Illinois, es una ocasión escribió a 250 de los más reconocidos filósofos, científicos, escritores e intelectuales del mundo, preguntándoles: “¿Cuál es el sentido de la vida?”, para después publicar las respuestas en un libro.
De acuerdo con Rick Warren, autor del libro Una Vida con Propósito ¿Para qué estoy aquí en la tierra?, dice que algunos dieron las mejores respuestas que pudieron, otros admitieron que acababan de plantearse la razón de vivir y otros fueron más sinceros en responder que no tenían ni la menor idea.
Resulta interesante con la posibilidad de alegrarse o entristecerse, el darse cuenta que muchas personas no saben para qué están viviendo. Y muchos vivirán su vida sin descubrir la razón de existencia o el propósito de su vida.
Definitivamente la búsqueda del propósito de vivir ha intrigado a la gente por miles de años. Y quizá entender el significado de la vida consiste en el grado de madurez, crecimiento y conocimiento que pueda tener una persona, más que en las cosas materiales o económicas que ha establecido el mundo actual como valores de éxito o triunfo en la vida.
Una persona madura crece y se desarrolla por sí misma, aunque hay factores externos y entornos que van moldeando su pensamiento, sus ideas y su comportamiento. Lo importante no es ir por la vida divagando como una balsa en medio de un océano sin rumbo ni punto de destino.
En la actualidad muchas personas viven de esa manera, moldeados por un sistema educativo y condicionados por un sistema político, económica y social. No hay visión ni perspectiva de vida ante la creciente urgencia de satisfacer necesidades básicas como la vivienda, la comida, la ropa.
La capacidad pensante o filosófica del ser humano es desplazada por la feroz lucha de la sobrevivencia personal o familiar en medio de un sistema económico atroz y autoritario. ¿A quién le interesa pensar sobre el propósito de su vida en tales circunstancias? Nada más terrible que vivir en una esclavitud simulada.
Nadie nació sin un propósito. Todos tienen uno. Sin embargo, es necesario que la gente tenga ese despertar de la conciencia. Hay quienes lo saben. Y no se trata únicamente de sobresalir en alguna actividad sea el gobierno, la política, la religión, la iniciativa privada, la educación, la cultural, etc.
La nueva realidad que vive la sociedad exige personas con ciertas características que puedan realmente ser factor de transformación para mejorar el entorno y la calidad de vida de las personas. Esa persona necesita saber quién es, quién no es y qué desea hacer en el futuro.
Sin duda alguna debe tener sentido de propósito y visión de lo que hará y de lo que no hará. Está enfocada y llena de energía. Tiene límites y no se da la libertad de exponerse a situaciones que violenten esos límites. Tiene valores bien definidos. No compite con los demás y jamás se compara. Conoce sus fortalezas y sus debilidades, por lo que permite complementar y enfocar su energía en el desarrollo de su potencial y el del otro.
Sixto Porras, director regional de Enfoque para Familia en Iberoamérica, también agrega que esa persona debe ser libre, independiente pero reflexiva, decidida, motivada, controlada, organizada, sabe esperar su tiempo, logra buenos resultados, sabe administrar los cambios y es determinada. Sabe pues, el propósito de su vida.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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