Alejandro Mendoza
No es nada fácil atacar el mal con el bien. De hecho, en la actualidad es más común que el mal, la gente lo quiere vencer con el mal. Muy pocas personas se esfuerzan diariamente a vencer el mal con el bien. Y el resultado de esta condición está a la vista con lo que pasa en la sociedad.
En todos lados se escucha expresiones sobre el nivel de maldad que ha crecido en las distintas áreas de la comunidad. En el contexto global, en el nacional, en el estatal, en el municipal, en el vecinal, en el familiar y hasta en el personal, hay evidencias de las terribles consecuencias de este escenario.
De las expresiones verbales hasta las conductas humanas, se observa cómo las personas se comienzan a adaptar a los niveles tan desbordados de la creciente maldad, aunque no dejan de expresar su grado de temor y hastío.
Una pesada carga de negatividad y conformismo parece haber invadido la mente y el corazón de los seres humanos, resultado de todo lo que malvadamente ocurre en áreas públicas como el gobierno, la política, la economía, la educación, la cultura, la religión y hasta en el deporte.
Desde luego que no es un asunto menor la condición en que se encuentra inmersa la sociedad, sobre todo con el lacerante resultado de la violencia y la inseguridad. No sólo se trata de las consecuencias que a nivel público puede enfrentar una persona o familia por las decisiones de quienes se supone dirigen los destinos de los pueblos.
Es mucho más profundo que tal reflexión o razonamiento que, en primera instancia puede resultar justificado, pero en realidad va mucho más a fondo.
¿Por qué ha crecido tanto la maldad? ¿No se puede hacer algo realmente importante para aminorar tal situación? ¿Quién debe comenzar el esfuerzo para contrarrestar a la maldad? ¿Ayudan los gobernantes o empeoran la situación? ¿A quién le toca sacar adelante a la sociedad?
Por mucho que se quiera analizar y reflexionar sobre este tema y de buscar responsables, lo cierto es que cada quien debe hacer la parte que le toca para mejorar las condiciones que se padecen en la actualidad.
Los gobiernos han sido rebasados por la maldad, en algunos terribles casos, hasta la alientan, la promueven y la fortalecen. Pero en muchas familias ocurre también lo mismo. ¿Qué la maldad le está ganando terreno al bien? Sería un buen punto a debatir y considerar.
Los medios de comunicación masivos, tradicionales y online, sobre todo las redes sociales y la televisión, han hecho la parte que les toca, en momentos de manera negativa, y otras veces positivamente.
Las cifras indican que han crecido los hechos concernientes a actos relacionados con la maldad de hombre y que el panorama a futuro no es nada halagador. Sin embargo, prevalece una luz de fe y esperanza que las cosas pueden cambiar para bien.
La maldad es un concepto que se refiere a la falta de bondad que una persona debe tener según su naturaleza o destino. De esta manera, el mal es el valor dado a algo que cumple con esta característica, a veces se aparta de la legalidad o la honestidad, perpetrando infortunio o calamidad, convirtiéndose en consecuencia malo. El mal es una acción que el hombre mismo forja cuando toma decisiones y que, en general, encierra aspectos bastante malos. Desde los inicios de la humanidad, el mal se ve como una realidad de la cual una persona se debe alejar porque no aporta nada positivo sino todo lo contrario. Y los resultados están a la vista. El mal únicamente se puede vencer con el bien, no hay de otra.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
https://ampalejandromendozapastrana.blogspot.com