* “En las tripas del poder”: Píndaro
* “Hacer de tripas, corazón”: ACD
* “La política no se hace con tripas”
Jorge VALDEZ REYCEN
Llegué una mañana al Palacio Legislativo de San Lázaro, como invitado especial para realizar una entrevista a Píndaro Urióstegui Miranda. Era el coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara Baja y me ofreció sentarme en la curul, junto a él y platicar “de todo”.
“Ven, siéntate. Para que veas lo que es estar en las tripas del poder”, me dijo con un tono socarrón y dibujando una sonrisa. Había un debate, pero el paisano guerrerense tuvo un gesto de los que pocos saben valorar. Píndaro estuvo a punto de ser candidato del PRI para gobernador de Guerrero. La decisión final fue para José Francisco Ruiz Massieu.
“En las tripas del poder” era nada más y nada menos que el llamado “Bronx”, donde un selecto grupo de legisladores forman parte de las directivas y desde donde se toman acuerdos y decisiones que inciden en la vida parlamentaria.
Esa frase la recordé en labios del gobernador Alejandro Cervantes Delgado, cuando se vivían momentos álgidos de secuestros de autobuses que iban hacia las canchas de la Universidad Autónoma de Guerrero, frente a la Alameda Granados Maldonado. En aquella ocasión el “hombre de la pipa” utilizó la frase “Hay que hacer de tripas, corazón”.
Guerrero vivía momentos convulsos, don Alejandro privilegiaba espacios de negociación y diálogo, antes del uso de la fuerza y el ejercicio vertical, aplastante, de un gobierno. Era procurador de Justicia, Edmundo Olguín Rodríguez. No hubo ninguna instrucción de reprimir, sino encauzar legalmente algunas expresiones de inconformidad que rayaban en actos ilícitos.
Fue en el gobierno de ACD cuando ocurre la explosión de una granada de fragmentación en el sótano uno del palacio de gobierno, que cobra la vida de ocho personas y deja malheridos a jefes policiacos. Una de las víctimas fue el armero de la Dirección de Seguridad Pública, quien activó el explosivo al quitar la “chaveta” pensando que estaba “muerta” o inactiva la granada. “Granadazo”, fueron las ocho columnas.
La PGJE no dictaminó las causas: ¿Fue atentado o accidente?
En el gobierno de Ruiz Massieu hubo un político que ocupó los más altos cargos: fue presidente del Tribunal Superior de Justicia y presidente del Congreso del Estado. Miguel Bello Pineda fue un habilidoso igualteco que descifraba los intrincados modos de pensar de un gobernante proclive a desatar enconados pleitos entre integrantes de su gabinete.
“No, no, no y ¡no! –decía don Miguel–. La política no se hace con las tripas”, frase que dejaba para los noveles prospectos del quehacer político una enseñanza de vida. Y claro, para los no tan jóvenes.
Bello Pineda compartió decenas de vivencias y anécdotas con muchos periodistas, desde “La Parroquia” de Beto Morlet. Gran conversador, agudo analista, confiable en sus apuntes e implacable en sus juicios. Encendido defensor del Estado de Derecho y pieza clave para evitar la impunidad de aquel “Chacal” que cometió el crimen más brutal contra la niña Merle Yuridia. Sin duda, el episodio que “marcó” al gobierno de JFRM.
Han transcurrido algunos años y la memoria obliga al recuerdo. También saltan aquellos jefes de prensa cuya primordial función era la de evitar ataques y duras críticas a sus jefes, pero sus limitaciones e insuficiencias jamás pudieron estar a la altura de las circunstancias.
La improvisación de quienes deberían contar con un perfil se impuso a fuerza de caprichos y la nula observancia de políticas públicas acordes a la exigencia de transparencia. Hubo excepciones, pero la discrepancia de tener a todólogos en un cargo tan esencial como difundir la obra institucional de una administración, vino a crear silencios, complicidades y códigos no establecidos.
Con las tripas no, dijo Bello.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.