* Víctima de cáncer, Minerva Bello Guerrero luchó hasta el último día con el deseo de encontrar a su hijo; ayer fue despedida en el pequeño panteón de Omeapa, comunidad de donde es originaria

BERNARDO TORRES

OMEAPA, Tixtla.— Tras varios meses de luchar contra el cáncer, la noche del domingo falleció en una cama del Hospital General de Chilpancingo, “Raymundo Abarca Alarcón”, la señora Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello, uno de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala.
La familia es originaria de la comunidad de Omeapa, municipio de Tixtla. Junto con su esposo Francisco Rodríguez Morales, emprendieron la ardua búsqueda de su hijo, tras ser desaparecido por elementos policiacos en Iguala, la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014.
Desde el primer día, tras la masacre en Iguala, el humilde matrimonio llegó a las instalaciones de la Normal Rural de Ayotzinapa, en busca de información de su hijo, espera que se ha extendió a tres años, cuatro meses y ocho días, y ahora se ha ido sin encontrarlo.
Doña Minerva, estuvo alrededor de dos años el movimiento por la presentación con vida de los 43 estudiantes, pero fue entonces cuando le fue descubierto el cáncer, tuvo que retirarse temporalmente para someterse a tratamientos, pero siempre estaba al pendiente de lo que pasaba.
Everardo, quien el pasado 5 de enero cumplió 23 años, es el más chico en esta familia, y era apodado “El Kalimba”, debido a su gusto por la música y por su leve parecido a un cantante. Siempre se han dedicado al campo.

Despiden a doña Minerva

A las 05:00 de la tarde de este lunes, los restos de doña Minerva fueron sepultados en su lugar natal, San Juan de Omeapa, municipio de Tixtla, de donde son originarios otros dos estudiantes desaparecidos.
En una marcha encabezada por una banda de música, seguida por un desfile de flores de blancas de todo tipo, salió el féretro de su humilde vivienda, hacia la iglesia del pueblo, donde tras la misa de cuerpo presente, partió hacia su última morada.
Desde el 28 de septiembre que de manera involuntaria se unió al movimiento por los 43, sus últimos minutos de vida y en su despedida, los padres y madres le acompañaron, hasta el pequeño panteón, en las afueras de Omeapa, en medio de los sembradíos de maíz.
El ataúd, cargado por sus hijos, recorrió unos 300 metros desde su casa al panteón, encabezados por una columna de humo que se deprendía del incensario; detrás iba su familia, después padres y madres de los 43, así como estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y pobladores de la localidad.
Agua bendita, un padre nuestro, palabras de sus seres queridos y canciones de despedida y protesta, se entonaron al momento que era sellada la tumba con concreto y luego un montón de tierra.
“Te decimos compañera que aquí estamos, no te has muerto, sigues viva para nosotros, y vamos a seguir con tu apoyo y vamos a encontrar a Everardo, tu hijo, no te vamos, no te vamos a olvidar jamás, la lucha sigue, muchas gracias por habernos acompañado, eso quiere el gobierno que así acabemos todos los que estamos en la lucha”, expresó en medio del llanto Melitón Ortega, padre de uno de los desaparecidos.
Al sonido de las cuerdas de la guitarra de Balam, cantautor de uno de los temas de Ayotzinapa, cada uno de sus más cercanos pasaron a despedirse “y desde entonces señores, ando buscando a mi hijo, ya recorrí todo el país, el gobierno hace caso omiso, parece nuestro enemigo”, letra que resume el viacrucis que han vivido durante más de 40 meses.
“Terminó la búsqueda de su hijo en la tierra, ahora va a buscarlo al más allá”, murmuraban algunos de los presentes en el panteón.
Minerva Bello, fue madre de nueve hijos, dos no pudieron nacer, seis de ellos viven y Everardo se encuentra desaparecido; María de Jesús, Elizabeth, Jesús, Luis Gustavo, Lucas Leonel y Viridiana, quienes estuvieron presentes en su despedida, así como su esposo don Francisco Rodríguez Morales.

Se fue una luchadora: activistas

También acudieron a su funeral, un centenar de activistas de distintas organizaciones, entre ellos Manuel Olivares Hernández, director del Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón, quien destacó el dolor con el que se fue Minerva, de no saber dónde estaba su hijo.
Refrendó su compromiso de seguir con la lucha y la búsqueda de los 43 desaparecidos; “estamos aquí para despedir a una luchadora, a una forjadora de caminos que ha visto la luz al final del túnel”.
Reprochó a los tres niveles de gobierno, que a más de 40 meses de los hechos en Iguala, no halla una respuesta para todos aquellos que están buscando a sus seres queridos, sin importarles el sufrimiento de las madres y padres.
Llamó a la solidaridad, a la unidad, para que los pueblos no sigan perdiendo a sus hijos, para que no se sigan perdiendo futuros profesionistas y privando a las nuevas generaciones de sus padres o de un profesor. (API)