* La importancia de un liderazgo
* Rodolfo Escobar y su larga espera
* El voto “duro” del sector obrero

Jorge VALDEZ REYCEN

Levantó la mano en el 2008, pero le dijeron que no. Le ofrecieron la Sindicatura de Gobernación en Acapulco. En el 2011 volvió a levantar el brazo obrero, lo batearon y le dijeron que mejor aceptara una diputación local. En el 2014 siguió levantando la mano y le concedieron la primera regiduría.
Es la trayectoria de Rodolfo Escobar Ávila, un liderazgo forjado en las filas de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), cuya aspiración seria, disciplinada, formal y leal ha sido postergada una y otra vez de las decisiones priístas en Acapulco.
De su despacho en la secretaría general del Sindicato de Trabajadores sección 12 cuelgan decenas de fotografías de momentos políticos con gobernadores y dirigentes nacionales cetemistas. Una Virgen de Guadalupe y la imagen de Ernesto “Ché” Guevara hablan de sus creencias e ideales.
Rodolfo Escobar surgió de las filas obreristas desde abajo, sirviendo como mozo en el reconocido hotel “Princess”. Su trato amable y humano le ha valido el cariño y respeto de los más de ocho mil 500 trabajadores hoteleros, restauranteros y camaristas de los más reconocidos hoteles de Acapulco, a quienes representa sindicalmente.
Formó parte de equipos de futbol patrocinados por la CTM y su sección, jugando como recio defensa central. Su mote es “El Toro” y se lo ganó en las canchas y en las revisiones contractuales de los contratos colectivos de trabajo con las empresas.
En las lides electorales, su caballerosidad y generosidad han sido reconocidas; también su férrea determinación de defender el voto le ha costado duros reveses a su carrera, pero siempre alentado por esa clase obrera hotelera.
Rodolfo Escobar ha sido paciente, prudente y disciplinado en las decisiones partidistas, sin haber creado sismas o conflictos. “No seré factor de división en mi partido”, aclaró una y otra vez ante el reclamo de una base trabajadora que lo empujó varias veces a tomar decisiones abruptas. La mesura y la disciplina han sido sus cartas de presentación.
En la construcción de un liderazgo sindical no se tienen antecedentes de que Escobar Ávila haya sembrado discordias, confrontaciones o diferendos. Ha permitido que sea la negociación y la concertación sus dos herramientas para que el diálogo y la decencia adquieran sus mejores oficios en la solución de conflictos.
En mayo del 2015, a unos días del cierre de campaña del candidato a la gubernatura de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, en la casa de los trabajadores, Rodolfo Escobar pidió el voto de esos más de ocho mil 500 trabajadores cetemistas. Era el llamado “voto duro” del PRI, en el otrora bastión obrerista de Acapulco. Fue arriba de las mesas, entre porras, donde se selló esa alianza de los sindicalistas con Astudillo.
En 1986, cuando José Francisco Ruiz Massieu cerraba filas con el sempiterno líder de la CTM-Guerrero y senador de la República, Filiberto Vigueras Lázaro, en un pletórico y a reventar Cine “Variedades”, el abanderado del PRI a la gubernatura abrazó al jerarca obrero y le dijo: “Entre nosotros habrá una unión tan cercana y estrecha que no pasará ni el viento”.
En ese cine estaba Rodolfo Escobar, aún sin alcanzar una representación sindical, pero presente.
Las trayectorias como los liderazgos no se hacen de la noche a la mañana. Y el de Rodo es uno formado en los hechos y en los años.
Ya volvió a levantar la mano…
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.