Alejandro Mendoza

 

No es fácil encontrarse a personas con calidad moral en los tiempos actuales. Y es que tener calidad moral o se requiere de una alta investidura moral, son expresiones que, antaño, la gente utilizaba para referirse a alguien que por sus propios méritos se ganaban el derecho a ser designados como gente de bien, gente de respeto, gente digna de confianza, alguien en quien se podía creer en todo tipo de circunstancias.

Por la importancia que tiene su artículo ‘La Calidad Moral’, quiero compartirles lo que José Manuel Gómez Porchini expone con total claridad. Es cierto que antes se respetaba al director de la escuela, a los maestros, al médico, al abogado, al gobernante, al político.

Existía una frase muy respetada en el sentido de que si Juan lo dice, entonces es cierto.

Parafraseando a Gómez, repentinamente cada uno de los personajes respetados perdieron credibilidad, confianza y toda autoridad y calidad moral. Líderes y personajes comenzaron a realizar prácticas corruptas y dañinas para los demás.

Y en ese contexto, gobernantes, funcionarios y políticos entraron en una espiral de constante deterioro y degradación moral. Obviamente hay como siempre sus especiales excepciones. Quienes sí tienen autoridad y calidad moral, pero el sistema corrupto prevaleciente no les permite brillar.

Quienes deberían ser modelo de calidad moral, no lo son. Y por esa posición de influencia que tienen transmiten su corrompida naturaleza humana. La ausencia de la autoridad y calidad moral se extiende en todas las áreas de la sociedad.

Aunque se critica severamente a los partidos políticos por la actuación inmoral de muchos de sus dirigentes, lo cierto es que tal práctica también se da en todas las actividades que tienen que ver con la vida social, económica, cultural, deportiva, científica, y no sólo con la política.

Los magistrados, fiscales, policías, militares, sacerdotes, religiosos, etc., enfrentan una terrible percepción de ausencia de moral en sus actuaciones. Quiero ser enfático que existen especiales excepciones.

Lo que acontece en la sociedad es por demás del conocimiento público. Y de una u otra manera la gente se da cuenta del deterioro de la calidad moral de la mayoría de las personas. No solo se trata de los saldos lacerantes de la violencia y el narcotráfico, sino de una profunda y terrible ausencia de moral en los asuntos del ser humano.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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