Isidro Bautista

 

Es ya insostenible el caso del alcalde de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena, pues son del dominio público los evidentes y graves desaciertos en su actuación, y su reiterada negligencia en el desempeño de su delicada tarea.

Sería suficiente invocar a lo recientemente ocurrido con la presidenta del Consejo General del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero, Marisela Reyes Reyes, quien se vio obligada a presentar su renuncia antes de pasar por la experiencia de ser destituida vergonzosamente.

El grave deterioro de la administración municipal ha venido trastocando severamente la buena imagen de las instituciones rebasando los límites, a tal grado de que la opinión pública reclama el relevo inmediato.

La problemática se ha mantenido de manera ascendente, no existen evidencias de hacerle frente, por el contrario, cada día se agudiza más, como ocurre en el caso del asunto de la basura, que en las últimas semanas, por las diversas calles y avenidas, se observan grandes montículos de desechos sólidos, dando una lamentable imagen de una ciudad abandonada e insalubre.

Si fuera por razones de nepotismo, como ocurrió con Reyes Reyes, seguramente ya se hubiese ido del cargo, pues existen señalamientos de que tiene en nómina a parientes de diversos grados, y si pudiese haber algún asomo de pasión y entrega al puesto, hubiera integrado de tiempo completo a su esposa a las tareas del DIF, evitando el comentario ciudadano de mantenerla en su jugoso empleo de la Sagarpa, justo en el área de las finanzas.

En el caso de un esmerado comportamiento del orden administrativo y político interno, ha dado mucho qué desear, ya que han sido incontables los movimientos de inconformidad de los trabajadores del ayuntamiento, quienes hasta ayer mantenían tomado el palacio municipal, con sobrada justificación.

Como es del conocimiento, las legítimas aportaciones de los trabajadores al ISSSPEG, así como las amortizaciones de préstamos a corto plazo, no son integradas a dicha institución, impidiendo que sus derechos se vean estropeados por un hecho de grave irresponsabilidad.

La negligencia, la opacidad en el manejo de los recursos y el extravío de su propia conducta, hacen prácticamente imposible la gobernabilidad del municipio.

Cabe recordar los tiempos en que ocupó el cargo de presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, pues persiste aún en cientos de militantes las elevadas cuotas que exigió como condición para aceptarlos como aspirantes a candidatos a los diferentes puestos de elección popular, como nunca se había observado, calculando un promedio de más de 12 millones de pesos, de los que a la fecha se desconoce su destino, razón por la que, según se dice, le fue exigida por la dirigencia la renuncia a ese puesto, como ahora le ocurrió a Reyes Reyes.

De ahí que resulten justificables las reiteradas opiniones de la ciudadanía en el sentido de que pudiera evitarse a toda costa el momento de la presentación de su informe, porque esto agudizaría el malestar del pueblo, pues no sería raro volver a escuchar la desfachatez de sus poses engañosas e irresponsables.

Su renuncia debe ser insoslayable, asumiendo una actitud de vergüenza en lo personal, porque de lo contrario se vuelven cómplices aquellas instituciones que debieron haberlo destituido.

Debe quedarle un aprendizaje de lo acontecido a Reyes Reyes. isidro_bautista@hotmail.com