* Alta traición

* Mes patrio

 

NO AMO mi Patria. Su fulgor abstracto

es inasible.

Pero (aunque suene mal) daría la vida

por diez lugares suyos, ciertas gentes,

puertos, bosques de pinos, fortalezas,

una ciudad deshecha, gris, monstruosa,

varias figuras de su historia,

montañas

(y tres o cuatro ríos).

José Emilio Pacheco

 

Isaías Alanís

 

La traición a la patria la define la Enciclopedia Jurídica de México a través del Diccionario Jurídico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como:

a). “Delito contra la soberanía, la integridad, o el honor de la Nación Estado de la cual es súbdito quien lo comete. b). Traición en general es la conducta de aquél que siendo depositario de la confianza de una institución, obra deslealmente para con ella o sus intereses. Y también se define como “crimen de lesa nación”.

En la jurisdicción penal castrense el delito de traición es el de mayor gravedad y máximo deshonor, ya que consiste en “servir al enemigo y, por extensión, en atentar contra los intereses supremos de la patria, sea en guerra o en paz”.

“El vocablo traición debe reservarse penalmente para calificar lo que atente contra el Estado y la Nación al servicio de los extraños y denominar como rebelión el alzamiento contra el régimen o gobierno de ese mismo Estado o pueblo, pero sin conculcar los deberes de patriotismo ni comprometer las bases de la nacionalidad”.

O sea, todo aquello que atente contra la soberanía de México, entendiéndose que alta tracción es desprender al Estado de su función rectora en lo económico, político y social, como ha sucedido en México.

“La Constitución en su artículo 108 señala que el presidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo podrá ser acusado por este delito y otros graves del orden común, siguiéndose el procedimiento relativo dispuesto en el artículo 111. b) Sus antecedentes inmediatos se hallan en la Constitución de 1857, artículos 23 y 103, respectivamente; el mediato en la Constitución de 1824, artículo 38, fracción I. 2). Son causales de “Delitos contra la Seguridad de la Nación”, en sus artículos 123-126 tipifica la traición a la patria en múltiples formas que describe y pueden, resumiese en todo acto que se realice contra la independencia, soberanía o integridad de la nación, en beneficio de un gobierno extranjero”.

Basados en este simple acercamiento, las penas para quien traiciona a la patria, son letales; habría que desbrozar en la actualidad, que presidentes de la República, funcionarios, militares, gobernadores, han infringido estas normas sagradas para una Nación. Hacer un recuento de la traición a la patria, digamos desde 1982, seguro que nos llevaría a enunciar nombres: Carlos Salinas por poner en venta la soberanía y la riqueza de México. José López Portillo, por la venta de la banca. Ernesto Zedillo Ponce de León, por vender ferrocarriles, Vicente Fox y Felipe Calderón, el campo y la soberanía en manos de un gobierno extranjero, los gringos. EPN, las reformas estructurales que han hundido al país en un entreguismo a gobiernos extranjeros nunca antes visto, Petróleos Mexicanos y CFE, y otros delitos por omisión o complicidad permitiendo la corrupción de gobernadores y secretarios de estado.

Habría que explorar en la historia contemporánea de México cuáles han sido las causales para que innumerables delitos cometidos en el servicio público, en la venta de industrias estratégicas, reservas de la biósfera, petróleo, etc., caen en el apartado constitucional de traición a la patria y cuáles en el orden federal.

 

MES PATRIO

 

Septiembre mes para recordar a los héroes nacionales, mostró en Oaxaca un hecho simbólico posterior al terremoto. Un campesino desclavó de los escombros un lábaro nacional, lo ató a un poste de madera y lo colocó en la cúpula de los despojos del Palacio Municipal de Juchitán. La bandera humillada por invasores franceses, defendida contra norteamericanos un 13 de septiembre por cadetes inexpertos, representa a la nación entera.

Sobre un altar de escombros la solitaria bandera ondea rodeada de pedruscos, mortero fracturado y cascajos de lo que fue la alcaldía. Esa postal le ha dado la vuelta al mundo y la repiten los medios como un acto heroico del campesino. Es la patriotería petulante de los que han vendido al país con todo y símbolos patrios.

La metáfora implícita no miente, al contrario: México es un país en ruinas, y el principal mal, además de los que año con año la naturaleza se cobra por pésimos planes de desarrollo y la obra pública, negocio de los delincuentes de cuello blanco, ya tiene otro emblema.

El huracán de la corrupción es anual, se ha estacionado pese a malos humores sociales. La capacidad adquisitiva es criminal dado los bajos salarios. El servicio de salud peligra. La educación apunta a la privatización. El desmantelamiento del Estado mexicano es fulminante. ¿Qué se festeja este mes patrio, bajo el parámetro de esa imagen de la bandera ondeando sobre estas ruinas que vemos y padecemos?

La violencia imparable. No hay ejércitos que la contengan, programas que no llegan a feliz término, dineros que se quedan en arcas federales, estatales y municipales.

La acción del campesino juchiteco es meritoria; en cambio políticos y empresarios hacen todo lo contrario. Gracias a ellos los símbolos patrios son negados y vilipendiados y sujetos a una Alta traición habitual, sustentada en componendas y negocios personales, de grupo y entre miembros prominentes de la partidocracia.

¿Habrá un terremoto que sacuda a México y enderece los caminos torcidos y preñados de un desprecio de la clase político-empresarial a los mexicanos, una ralea ahíta de rapiña que pisotea los símbolos patrios y el futuro de los mexicanos?

Hay que ser dignos de México, no basta con cancelar el reventón patrio del 15 de septiembre y tener de invitado a un militar gringo, James Mattis sicópata multiasesino, apodado Mad Dog, “perro rabioso” y Warrior monk, “Monje Guerrero”, y que representa a los soldados que ejecutaron a los cadetes del Colegio Militar un 13 de septiembre durante la invasión norteamericana a México.