* De Plata o Plomo II continuación
Felipe Victoria
Para quienes se quedaron “picados” atando cabos, va el fragmento siguiente:
“2 El levantón”
“De la zona más elevada entre dos bellísimas bahías, ‘la cúspide de la montaña’ según algunos agentes de la DEA y la TAF, que averiguan furiosa y rápidamente el tráfico de armamento, también en donde casi convergen instalaciones militares con un pueblo olvidado de exejidatarios, colindan con las más exclusivas mansiones impenetrables de personajes importantísimos como dos expresidentes, grandes empresarios, comerciantes de armas, artistas renombrados, pocos funcionarios públicos, algunos extranjeros centroamericanos y solo muy millonarios, la gente más cercana al acosado Chapo Goodman descendía entre tantas curvas”.
“Les caía mal que en el tramo de frente a un centro de educación superior, los alumnos dejaran estacionados su vehículos en ambos lados de los dos sentidos de circulación, dejando solamente una parte estrecha para poder pasar libremente, si es que no aparecía en el sentido opuesto otro, lo que provocaba congestionamiento vial, y claxonazos”.
“Un convoy de tres Hummer se detuvo impidiéndoles el paso y no se querían echar de reversa, por el contrario, descendieron unos ocho individuos portando armas largas y pistolas, ganándoles la partida a los del capo de capos. Los madrugaron descuidados y confiados”.
-“A ver hijos de la chingada, trépense rápido hijos de puta- a empujones los subieron a otra camioneta Hummer junto con la guapa mulatita, que por querer gritar pidiendo auxilio recibió un descomunal bofetón que la dejó sin sentido”.
“Algunos estudiantes contemplaron la escena pero precavidamente no intentaron ni tomar imágenes con sus celulares, voltearon hacia otro lado como si no sucediera nada”.
“A pesar de que a Fabricio le pusieron una bolsa de plástico negra cubriéndole la cabeza y de que lo tiraron sobre el piso del vehículo, se dio cuenta de que a la muchachita la iban manoseando y quién sabe qué más, durante el recorrido como de una hora por zona urbana primero y carretera después, por lo menos tres sujetos contó que habían jadeado sobre la mulata indefensa”.
“Cuando quiso preguntar a donde los llevaban y por qué los habían levantado, por toda respuesta recibió un golpazo que lo noqueó y ya no supo más de sí, pero alcanzó a escuchar algo como dos o tres detonaciones junto a él que le dejaron zumbando los oídos”.
“El convoy de camionetas se había detenido en la ‘curva endemoniada’ de la estrecha carreterita en eterna obra de ampliación, para empujar hacia el desfiladero la camioneta Suburban donde interceptaron a Fabricio y la masajista, echándola al mar sobre el acantilado de unos treinta metros de altura y como doscientos de pendiente, llevando dentro a los dos guaruras muertos de un balazo en la nuca cada quien, pero durante la caída del vehículo explotó una granada y entonces llegó al mar envuelta en llamas para estrellarse con los cuerpos semicalcinados dentro”.
“Si acaso alguien que transitara por esa misma carreterita tan estrecha en reparación llegó a ver de lejos algo de lo que sucedía, ni se inmutó, pues la gente de la región ya se estaba acostumbrando a la violencia irracional y las ejecuciones, sabían que tenían que voltearse para otro lado”.
“Lo mejor era fingir, no ver nada sin meterse en cuestiones ajenas, con más razón si hasta los mismísimos policías inmundicipales disimulaban cuando miraban más de dos camionetas lujosas con vidrios polarizados juntas y sin placas, o con permisos verdes de los que en el mercado negro costaban cien pesitos”.
“Comenzaba a pintarse el divino crepúsculo cuando fueron llegando a unas chozas de ramada muy cercanas a la Laguna, ahí bajaron a los dos bultos humanos embolsados que dejaron inconscientes dentro del jacal donde precisamente estaba ahora Fabricio, recobrando el conocimiento y la memoria”.
“Los sujetos armados con uniformes estilo policiaco tipo AFI se habían metido a una lujosa residencia tropical de junto, resguardada por una docena de individuos que les pidieron el santo seña”.
-“Para esas barbas no hay guillete”.
-“¿Con quién vienen?”
-“Vamos a informarle al jefe de jefes que ya le trajimos su encarguito y está en la bodega de los alacranes, güey”.
-“Pásenle dos nada más compas”.
“Entraron con todo y armas dirigiéndose hacia la terraza muelle donde el gran jefe y su hermano Tétor ‘El Ingeniero’, disfrutaban unas bebidas exóticas muy bien acompañados por esculturales damitas del table dance”.
-“¿Qué pasó cabrones, ya estuvo el asunto?- Preguntó imperativo Mark Arthur, ataviado curiosamente con un short floreado pero luciendo botas blancas en vez de chanclas”.
-“Orden cumplida jefe, la masajista y el cantinero ya están aquí junto en la bodeguita de castigo”.
-“¿Y los muchachos de mi primo?”
-“Pues les dimos piso; se fueron sus cadáveres dentro de la camioneta que se cayó al mar tras explotar. Lo que haya quedado de ellos se lo han de haber tragado los tiburones”.
-“¿Creen que les guste la carne cocida y achichinada?”
-“Quien sabe patrón, de todos modos, misión cumplida”.
-“¿Nadie los vio en la carreterita del cerro?”
-“Para nada jefe, el levantón se hizo muy rápido y los estudiantes como si nada”
-“Váyanse pues a descansar, pero antes pasen a celebrar en los antros del tabledance, hay que pajarear igual si están buscando a los elementos de mi primo el Chapo”.